Peng Yujiang fue arrastrado por una corriente ascendente a la atmósfera superior mientras entrenaba en las montañas Qilian. Resistió temperaturas de -40 °C, casi se desmaya y logró descender con vida a pesar del peligro extremo.
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Lo que debía ser un simple testeo de equipo terminó en una experiencia límite con la muerte. El pasado sábado, Peng Yujiang, un parapentista de 55 años, fue repentinamente elevado por una fuerte corriente ascendente mientras realizaba maniobras en tierra a 3.000 metros de altura en la provincia de Gansu, al noroeste de China. Según relató al medio estatal China Media Group (CMG), llegó a alcanzar los 8.598 metros sobre el nivel del mar, sin oxígeno y en medio de una nube gigante.
La tragedia casi se concreta cuando una ráfaga de viento lo introdujo en un sistema de nubes cumulonimbus, conocidas por sus poderosas corrientes convectivas que pueden succionar objetos y personas a alturas peligrosas. «Todo era blanco. Perdí la noción del rumbo. Si no fuera por la brújula, me habría desorientado completamente», confesó Peng, aún conmocionado por el susto.
Mientras flotaba atrapado, las condiciones extremas no dieron tregua: temperaturas de hasta -40 °C, cristales de hielo sobre su rostro y cuerpo, y manos entumecidas debido a guantes mal ajustados. A pesar de ello, logró conservar el control de su parapente guiado por la brújula y la radio con sus compañeros. Cree que pudo haber perdido la conciencia momentáneamente durante el descenso.
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Este fenómeno, conocido como “succión de nubes”, es extremadamente raro y peligroso. Expertos explicaron que el oxígeno es casi inexistente a esas altitudes, y cualquier parapentista sin máscara enfrenta graves riesgos para su vida. El caso de Peng recuerda al de la campeona alemana Ewa Wiśnierska, quien también sobrevivió a una experiencia similar en 2007.
La asociación provincial de deportes aeronáuticos de Gansu emitió un comunicado en el que aclaró que la práctica que realizaba Peng no requería autorización, aunque le impuso una suspensión de seis meses por no volar en un espacio aéreo aprobado. Él, por su parte, aseguró que por ahora no volverá a volar.
Peng lleva más de cuatro años en el deporte y cuenta con una licencia de parapente de nivel B, que exige al menos 40 vuelos. Sin embargo, nada de eso lo preparó para un ascenso accidental a casi la altura del Everest. Hoy está vivo para contarlo, pero confiesa: «Aún me da miedo pensarlo».
Fuente y foto: Infobae