México vuelve a colocarse en el centro del debate sobre la censura cultural tras un concierto del cantante Luis R. Conríquez en Texcoco, donde se negó a interpretar corridos bélicos, generando la furia del público.
La prohibición local de canciones que hagan apología de la violencia provocó una batalla campal entre asistentes y músicos, desatando nuevamente la pregunta: ¿la música debe ser limitada para frenar la violencia?
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Mientras la presidenta Claudia Sheinbaum considera absurda la censura y apuesta por la conciencia social, varios integrantes de su partido Morena promueven restricciones. Michoacán y Jalisco ya avanzan en esa dirección: en el primero, su gobernador oficializó la prohibición por decreto; en el segundo, se vetaron artistas ligados al narcotráfico, como ocurrió tras un polémico show donde se proyectaron imágenes del líder del Cártel Jalisco Nueva Generación.
El fenómeno no es nuevo. Desde los años 70, los narcocorridos han sido blanco de intentos de censura en distintos estados, sin lograr erradicarlos. Lejos de desaparecer, el género se transformó con el auge de redes sociales y la creciente violencia, derivando en subgéneros como los “corridos tumbados”, popularizados por artistas como Peso Pluma, el más escuchado de YouTube en 2023.
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Expertos como el sociólogo José Manuel Valenzuela advierten que prohibir los corridos no ataca el verdadero problema: la violencia estructural y el poder del narcotráfico. “El error es seguir pensando que combatiendo los corridos se combate el problema de fondo”, afirma, agregando que incluso algunos artistas ya están usando el género para visibilizar temas como los feminicidios.
La discusión, sin embargo, también plantea dilemas legales y de derechos. Para la organización Artículo 19, la censura previa está prohibida por la Constitución y los intentos de criminalizar a los músicos son una salida fácil frente a la falta de justicia. Naciones Unidas, en la misma línea, aboga por contrarrestar los discursos de odio promoviendo la libertad de expresión con mensajes positivos.
Fuente: AP.
Foto: Fernando Llano – AP.