Rusia lanzó una intensa ofensiva aérea contra Ucrania con un total de 90 drones, entre ellos 56 del tipo Shahed y réplicas sin carga explosiva, además de dos misiles balísticos. Según el Ejército ucraniano, la operación fue diseñada para saturar y confundir las defensas antiaéreas, mientras las fuerzas rusas continúan su estrategia de desgaste en múltiples frentes.
La Fuerza Aérea de Ucrania logró interceptar más de la mitad de los drones hostiles sobre regiones del norte, este y sur del país. Sin embargo, los misiles Iskander-M o su equivalente norcoreano, los KN-23, lograron evadir los sistemas defensivos y alcanzar objetivos en al menos 12 localidades, aunque el parte oficial no precisó los blancos atacados.
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En la ciudad de Izmail, ubicada en la frontera con Rumania y considerada un nodo clave en la exportación de bienes, varios drones impactaron directamente sobre instalaciones portuarias y una oficina postal, según confirmó el gobernador regional de Odesa. También se registraron daños en infraestructuras en Jarkiv y Sumi, sin que se reportaran víctimas mortales.
Los ataques refuerzan la presión sobre el sistema defensivo ucraniano, que enfrenta crecientes dificultades para cubrir todas las áreas del país. Expertos internacionales advierten que los ataques rusos se centran sistemáticamente en objetivos civiles e infraestructura crítica, una táctica que busca desestabilizar la economía ucraniana y sembrar el caos en la retaguardia.
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Pese a la intensidad de los bombardeos, las autoridades ucranianas reiteraron su llamado a la calma. Una fuente militar aseguró que “no hay necesidad de entrar en pánico” y garantizó que se están empleando todos los recursos disponibles, incluidos aviones y helicópteros, para contrarrestar las ofensivas rusas.
Fuente: DW.
Foto: Imagen: STATE EMERGENCY SERVICE OF UKRAINE via REUTERS.