Ubicado a más de 4.300 metros sobre el nivel del mar, este pequeño pueblo en las yungas jujeñas es un destino único que combina paisajes místicos, historia colonial y trekking entre las nubes.
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En el corazón de las yungas jujeñas, un pequeño pueblo de apenas 700 habitantes se ha convertido en un tesoro escondido para los amantes de la naturaleza y el senderismo. Se trata de Santa Ana del Valle Grande, un destino que parece sacado de una postal y que invita a quienes lo visitan a vivir la experiencia única de “caminar en el cielo”.
Fundado durante la época colonial, este pintoresco pueblo se caracteriza por sus casas de adobe con techos de carbón y calles de ripio que conservan un encanto rústico. Rodeado de montañas y envuelto frecuentemente en una bruma que cubre el valle durante las mañanas, Santa Ana combina lo místico con lo natural.
El efecto de «caminar en el cielo» se debe a la niebla y las nubes bajas que forman un manto blanco alrededor del pueblo, creando paisajes impresionantes que atraen a turistas de todo el país. Entre sus principales atractivos, destacan tres senderos que ofrecen vistas inigualables y una conexión profunda con la naturaleza y la historia.
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Uno de los caminos más destacados es el Qhapaq Ñan, o Camino del Inca, una ruta histórica declarada Patrimonio de la Humanidad. El tramo local conecta Santa Ana con Valle Colorado y abarca unos 2 kilómetros ideales para el trekking. Este recorrido no solo ofrece vistas espectaculares de la transición entre la Puna y las yungas, sino también la oportunidad de observar cóndores y flora autóctona.
El Mirador Abra del Zenta, situado a 4.376 metros sobre el nivel del mar, es otro punto imperdible. Aquí, los visitantes pueden disfrutar del fenómeno conocido como “cascada de nubes”, que al amanecer y atardecer transforma el lugar en un espectáculo natural inolvidable.
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Finalmente, el Sendero a Valle Grande ofrece un trayecto más largo y desafiante, conectando Santa Ana con el pueblo de Valle Grande a través de paisajes montañosos y vegetación de altura. Durante el recorrido, los viajeros pueden detenerse en distintos miradores que regalan panorámicas únicas de la región.
Santa Ana del Valle Grande es mucho más que un pueblo. Es un rincón mágico de Jujuy que permite desconectarse del mundo y conectarse con la inmensidad de la naturaleza. Cada sendero, cada casa de adobe y cada bruma matutina hacen de este destino un lugar imperdible para quienes buscan caminar entre las nubes.
Fuente: Noticias Argentinas
Foto: Somos Jujuy