El sable de uso personal del emperador francés, que permaneció más de dos siglos en manos privadas, fue vendido en París y protegido legalmente por su valor histórico.
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La espada personal de Napoleón Bonaparte, un símbolo de poder y legado histórico, reapareció en el escenario público tras más de dos siglos fuera del alcance de la ciudadanía. La pieza fue subastada en París por 4,7 millones de euros en el Hôtel Drouot por la casa Giquello, según informó la agencia AFP. Esta cifra roza el récord mundial para un objeto napoleónico, que se mantiene desde 2007 con la venta de la espada utilizada en la batalla de Marengo.
El arma fue encargada en 1802 por Napoleón a Nicolas Noël Boutet, maestro armero y director del taller de armas de Versalles. Concebida como un objeto de uso personal durante su mandato como Primer Cónsul, el sable acompañó al emperador en momentos decisivos de su ascenso militar y político, consolidando su figura como una de las más influyentes de la historia europea.
Más allá de su funcionalidad bélica, el diseño del sable —con detalles ornamentales y emblemas personales— reflejaba una intención estética y simbólica de proyectar autoridad. Hoy es considerado no solo un arma, sino una pieza que encarna el ideario napoleónico y su sofisticación.
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Tras la caída de Napoleón en 1815, la espada fue entregada como obsequio a Emmanuel de Grouchy, último mariscal del Imperio. Desde entonces permaneció bajo custodia de su familia, fuera del ojo público, hasta esta reciente subasta que movilizó al mercado internacional del coleccionismo.
Debido a su relevancia histórica, el Ministerio francés de Cultura ha declarado la espada como “tesoro nacional”, lo que impide su libre exportación fuera del país. Este estatus especial permite a las autoridades ejercer un derecho de adquisición preferente en caso de venta, protegiendo así el patrimonio histórico de Francia. Solo existe otra réplica idéntica del sable, resguardada en el Museo Hermitage de San Petersburgo.
La pieza ahora entra a formar parte de un reducido grupo de bienes culturales que, por su peso simbólico y conexión con la historia de Francia, deben preservarse dentro del territorio nacional. La medida apunta a garantizar el acceso público y la conservación patrimonial de objetos que, como este sable, forman parte de la memoria colectiva francesa.
Fuente y foto: Infobae