Taiwán realizó la primera ejecución en casi cinco años al fusilar a Huang Lin-kai, un hombre de 32 años condenado por el asesinato de su exnovia y la madre de esta. El Ministerio de Justicia calificó los crímenes como «crueles y desalmados», justificando la pena capital como una medida ejemplar para salvaguardar la seguridad social.
La ejecución, llevada a cabo en el Centro de Detención de Taipéi, ha generado rechazo tanto a nivel nacional como internacional. Amnistía Internacional calificó el acto como «cruel e impactante», mientras que la Unión Europea lo consideró un «enorme revés para los derechos humanos» e instó a Taiwán a reestablecer una moratoria de facto sobre la pena de muerte.
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Desde el fin de la moratoria en 2010, Taiwán ha realizado 36 ejecuciones, la mayoría bajo administraciones del Kuomintang, actualmente en la oposición. Sin embargo, encuestas indican que la población en general apoya esta medida, a pesar de las críticas internacionales.
El Partido Progresista Democrático, liderado por el actual presidente Lai Ching-te, enfrenta tensiones internas y externas tras esta decisión. Por su parte, el Kuomintang exige la aplicación de sentencias para otros 36 reclusos en el corredor de la muerte.
Fuente: DW.
Imagen: Pond5/IMAGO.