La campaña electoral en Venezuela está cargada de incertidumbre y tensión, con encuestas que reflejan una notable disparidad de resultados y una creciente tensión entre la oposición y el Gobierno. A menos de una semana para las elecciones presidenciales del 28 de julio, el país se encuentra en un clima de gran expectativa y controversia.
El presidente Nicolás Maduro, que busca la reelección, ha lanzado amenazas contundentes sobre la estabilidad del país en caso de una derrota. Durante un mitin en la Vega, advirtió que una posible victoria de la oposición podría llevar a «un baño de sangre» y una «guerra civil fratricida». Este discurso refleja la alta tensión y la polarización que caracteriza la actual campaña electoral.
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La ONG Foro Penal Venezolano ha documentado 124 detenciones arbitrarias en lo que va del año, con 102 vinculadas al comando de campaña de la oposición. Entre los detenidos se encuentran colaboradores cercanos a la candidata María Corina Machado, quienes han denunciado persecución política. Machado, que se encuentra refugiada en la embajada de Argentina, es una figura clave en la oposición, mientras que el Gobierno denuncia conspiraciones contra Maduro, incluyendo un supuesto plan de sabotaje al sistema eléctrico.
Las encuestas reflejan una guerra de cifras y versiones. Según Datanálisis, Edmundo González Urrutia, el candidato opositor, lidera con una brecha significativa sobre Maduro, con intenciones de voto que superan el 20%. En contraste, encuestas del oficialismo como Hinterlaces muestran a Maduro con una ventaja considerable. La discrepancia en los resultados refleja la tensión en la campaña y el escepticismo sobre la transparencia del proceso electoral.
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El proceso electoral enfrenta desafíos adicionales, como la posible inhabilitación de la tarjeta de la MUD (coalición opositora) y problemas con el registro de votantes en el extranjero. La participación electoral se estima entre el 65% y el 75%, pero la diáspora venezolana y los obstáculos impuestos por el CNE podrían afectar estos números.
Independientemente del resultado, se anticipa que las elecciones tendrán un impacto significativo en la región y en la gobernabilidad del país. La posibilidad de un período de negociación entre el 29 de julio y el 10 de enero, cuando asuma el nuevo gobierno, podría ser crucial para la estabilidad futura de Venezuela.
FUENTE: RFI.