Las aceitunas negras, típicas de la dieta mediterránea, son más que un delicioso complemento gastronómico. Su perfil nutricional las convierte en aliadas de la salud cardiovascular, gracias a su contenido en grasas saludables, antioxidantes y vitaminas esenciales como la E y la A. Sin embargo, no todas las versiones de este fruto milenario son igual de beneficiosas.
Ricas en hidroxitirosol, un antioxidante potente, las aceitunas negras también contienen hierro, fósforo y fibra, lo que les permite contribuir a la prevención de la anemia, mejorar la concentración y favorecer la digestión. En la cocina, su versatilidad las hace ideales para ensaladas, pastas, pizzas y tapas como el popular tapenade.
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A pesar de sus virtudes, ciertos tipos de aceitunas negras procesadas, especialmente las de estilo californiano, han encendido alarmas entre consumidores y autoridades sanitarias. Según la Revista Alimentaria, estas pueden contener acrilamida, una sustancia considerada potencialmente cancerígena que se forma durante el proceso de oxidación térmica para obtener su color característico.
El Centro de Investigaciones Científicas y Tecnológicas de Extremadura (Cicytex) advirtió que algunas aceitunas oxidadas en salmuera presentan niveles de acrilamida por encima de los límites recomendados. La Comisión Europea ya las incluyó en la lista de alimentos a controlar por esta sustancia. Entre los efectos negativos se menciona un mayor riesgo de tumores, daño neurológico y trastornos reproductivos.
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Los especialistas recomiendan moderar su ingesta, especialmente en personas con hipertensión, enfermedades hepáticas o renales, y en quienes buscan controlar el peso. Elegir aceitunas negras sin oxidar o de producción artesanal puede ser una alternativa más saludable para disfrutar sus beneficios sin riesgos ocultos.
Fuente: Infobae.