Australia se convirtió este viernes en uno de los primeros países en autorizar el uso médico del éxtasis y de los hongos alucinógenos para tratar algunos trastornos mentales como el estrés postraumático y la depresión.
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Con la nueva medida, el éxtasis y la psilocibina podrán ser prescritos por profesionales psiquiatras para tratar ciertos trastornos, luego de que en febrero se legalizaran estas sustancias.
Así lo determinaron con los resultados de distintos ensayos de la Agencia de Productos Terapéuticos australiana que revelaron que estas sustancias son “relativamente seguras” para tratamientos cuando se utilizan en un “entorno médico controlado”, consignó la agencia de noticias AFP.
Los impulsores de este tratamiento prevén que estas sustancias puedan ayudar a pacientes que no respondieron a otros medicamentos.
En Canadá y Estados Unidos está permitido el uso médico de una o de ambas sustancias, pero solamente en ensayos clínicos o en casos específicos.
La MDMA (éxtasis) “le da a la gente la sensación de estar conectada y hacer que sea más fácil que las personas se conecten con su terapeuta y que también hablen de sus malas experiencias personales”, explicó a AFP Mike Musker, un investigador experto en salud mental y prevención del suicidio de la Universidad South Australia.
El especialista aseguró que el éxtasis “puede tratar el estrés postraumático” y que la psilocibina “puede aliviar la depresión” al proporcionar a los pacientes un “efecto psicoespiritual que no se obtiene con las drogas tradicionales”.
Sin embargo, advirtió que el “uso generalizado” de estas drogas llevará tiempo y que su proceso no será tan simple como “tomarse una pastilla e irse”, sino que los terapeutas deberán acompañar a los pacientes.
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Una sesión terapéutica con estas sustancias podría costar unos 1.000 dólares australianos (660 dólares), consideró.
En esta línea, David Caldicott, consultor de medicina de urgencia e investigador clínico sobre fármacos en la Universidad Nacional de Australia, dijo que esta reforma coloca al país “muy por delante del resto” en la exploración de los beneficios médicos de estas sustancias.
Sin embargo, Susan Rossell, neuropsicóloga cognitiva de la Universidad de Swinburne, en Australia, afirmó que aunque estos tratamientos “tienen un potencial”, el país “se está adelantando cinco años a lo que debería”.
“Para cualquier otro tipo de enfermedad, ya sea algo cardiovascular o un cáncer, no se puede sacar un medicamento al mercado tan rápidamente como se ha hecho en este caso”, cuestionó.
Por su parte, un portavoz del Departamento de Salud indicó a AFP que su uso no está “aún bien demostrado”, pero sostuvo que “los beneficios para algunos pacientes van a ser mayores a los riesgos”.
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Además, insistió en que “actualmente hay una falta de opciones para pacientes con enfermedades mentales específicas que son resistentes al tratamiento”.
Fuente: Télam.