Elisa Mardones, propietaria del bar «El Gran Chaparral» en El Calafate, fue condenada a cuatro años de prisión domiciliaria por explotación sexual. La investigación que llevó a esta sentencia incluyó tareas de vigilancia, intervención telefónica y declaraciones de testigos.
Las autoridades realizaron tareas de vigilancia que permitieron identificar a Mardones como la dueña del establecimiento. La intervención de su teléfono fue clave para obtener pruebas del delito, analizando mensajes y llamadas que demostraban la explotación.
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Dos testigos de identidad reservada fueron fundamentales en el caso. Una de ellas identificó a «Licha» como la encargada de contratar y controlar la actividad en el bar, y describió que su trabajo consistía en hacer «copas» con los clientes, de las cuales obtenía el 50% de las ganancias, mientras que el resto iba a Mardones.
Otra testigo declaró que comenzó trabajando en limpieza y atención al público, pero luego Mardones le sugirió quedarse después de la medianoche para hacer «copas y pases», ya que así ganaría más dinero. Todas las trabajadoras del bar participaban en estas actividades.
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El análisis del celular de Mardones reveló mensajes en los que discutía las ganancias de los «pases» y organizaba la llegada de nuevas mujeres para trabajar en el bar. Estos mensajes confirmaron que buscaba mujeres para ejercer la prostitución en su establecimiento.
Las partes acordaron un juicio abreviado, resultando en una condena de cuatro años de prisión domiciliaria para Mardones, con autorización para acudir a turnos médicos debido a su estado de salud.
FUENTE: La Opinión Austral.