Con una víctima fatal y miles de hectáreas arrasadas, los incendios siguen afectando a la provincia. Brigadistas lograron controlar el 90% de los focos, pero el clima adverso dificulta las tareas.
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Los incendios en la provincia de Corrientes ya devastaron más de 250.000 hectáreas en lo que va del año, con un fuerte avance del fuego en febrero. El saldo es una víctima fatal, pérdidas materiales incalculables y el temor de que la crisis se prolongue.
A pesar de la intensidad de las llamas, brigadistas, bomberos y voluntarios lograron contener el 90% de los focos tras días de combate sin descanso. Sin embargo, las condiciones climáticas siguen jugando en contra: altas temperaturas, vientos fuertes y una sequía extrema han convertido la provincia en un terreno propicio para los incendios.
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El gobernador Gustavo Valdés recorrió las zonas más afectadas, como Curuzú Cuatiá y Mariano I. Loza, donde los productores rurales advierten sobre el impacto en la ganadería y el medio ambiente. Desde las asociaciones agrarias, se lanzó una campaña para identificar con banderas amarillas los campos con reservorios de agua, facilitando la labor de los equipos de emergencia.
La víctima fatal del desastre fue Cindia Mendoza, una docente rural que falleció intentando salvar a su padre de las llamas en el paraje Alem Cué. Su muerte resalta la gravedad de la crisis y el esfuerzo desesperado de los habitantes por proteger sus tierras.
Los especialistas advierten que la situación podría extenderse hasta abril, dependiendo de la evolución del clima. Mientras tanto, las autoridades instan a denunciar cualquier foco activo y a extremar las precauciones ante el riesgo de incendios.
Fuente: La Nación
Foto: Archivo