La industria vitivinícola argentina está en apuros, marcada por un sombrío panorama, con una disminución significativa de sus exportaciones. Durante los primeros seis meses de este año, las colocaciones externas de vinos totalizaron 88 millones de litros, lo que refleja una drástica caída interanual del 31%, alcanzando el nivel más bajo en 18 años. Esta crisis resulta de una combinación de factores: dificultades para importar insumos, falta de incentivos para exportar, inflación descontrolada y desafíos climáticos.
La cosecha de uvas de 2023, la más baja en décadas, se vio afectada por eventos climáticos excepcionales, lo que aumenta la incertidumbre sobre el futuro. También se suma la disminución en las ventas de vino por parte de las bodegas, una reducción en la inversión en viñedos debido a la baja rentabilidad y la limitada disponibilidad de crédito a largo plazo, junto con un cambio en los hábitos de consumo hacia categorías de precios más altos.
En términos de valores, las exportaciones argentinas de vino disminuyeron un 20,9% en el primer semestre de 2023, con un precio promedio un 14% superior en términos interanuales. La disminución es más pronunciada de lo que se experimentó en 2022, lo que refuerza la gravedad de la situación.
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Las exportaciones de todos los tipos de vino mostraron pérdidas notables en el primer semestre de 2023, tanto en volumen como en valor, con la excepción de los vinos espumosos que también redujeron su precio. El vino envasado encabeza las exportaciones con 68,8 millones de litros, seguido por el vino a granel y los espumosos. Las exportaciones a Brasil fueron la única nota positiva en este panorama sombrío.
La industria vitivinícola argentina enfrenta desafíos significativos, y se requieren soluciones a largo plazo para revitalizar el sector.
Fuente: Másplmneuquen