La momia conocida como la “Mujer que grita”, descubierta en 1935, desafía las teorías sobre las prácticas de momificación en el antiguo Egipto. Un nuevo estudio revela detalles sorprendentes sobre su conservación y el uso de materiales de lujo.
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El enigma de la “Mujer que grita”, una momia de 3.500 años encontrada en 1935 en Deir Elbahari, Egipto, ha desafiado durante décadas las nociones tradicionales sobre las prácticas funerarias en el antiguo Egipto. Inicialmente, se pensaba que la postura de su boca abierta, en apariencia un grito eterno, indicaba una momificación deficiente. Sin embargo, un reciente análisis ha transformado radicalmente esta interpretación.
La momia fue hallada en una cámara adyacente a la tumba de Senmut, un destacado arquitecto y supervisor de las obras reales de la famosa reina Hatschepsut. La mujer, de aproximadamente 48 años al momento de su muerte, presentó condiciones de salud como la pérdida de dientes y artritis leve, según el estudio liderado por el profesor Sahar Saleem del Hospital Kasr Al Ainy de la Universidad de El Cairo.
Utilizando tecnologías avanzadas como tomografía computarizada y espectroscopia infrarroja, Saleem y su equipo descubrieron que la postura de la boca abierta podría ser el resultado de un espasmo cadavérico, no de un error en el embalsamamiento, desafiando así la idea de una momificación deficiente. Los exámenes también revelaron la ausencia de una incisión para embalsamar, sugiriendo que los órganos internos podrían haber sido conservados, lo que contradice las prácticas comunes del Imperio Nuevo (1550-1069 a.C.)
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El análisis ha puesto en evidencia que la momificación de la “Mujer que grita” empleó métodos y materiales sofisticados, desafiando las concepciones previas sobre la calidad de su conservación. La presencia de enebro e incienso, artículos de lujo importados de regiones lejanas, señala un elaborado comercio y un alto valor atribuido a estos productos en los rituales funerarios.
La espectroscopia infrarroja por transformada de Fourier (FTIR) ha revelado el uso de estos ingredientes no solo por sus propiedades aromáticas, sino también por su capacidad para deshidratar y preservar el cuerpo. Además, su cabello natural estaba teñido con henna y enebro, y llevaba una peluca elaborada con dedos de palmera datilera, tratada con minerales como albita, magnetita y cuarzo, que conferían un aspecto negro y juvenil.
Fuente: Infobae
Foto: Gizmodo
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