Dormir con el perro ya no es una rareza: hoy se ha convertido en una costumbre habitual para millones de personas en todo el mundo.
El Día del Animal reaviva la discusión sobre si esta práctica es saludable o si, por el contrario, puede tener consecuencias negativas tanto para humanos como para animales. Mientras muchos encuentran consuelo emocional al compartir la cama, los especialistas advierten sobre posibles riesgos que no deben pasarse por alto.
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Entre los argumentos a favor del colecho con mascotas, los más comunes son el apego emocional, la sensación de seguridad y la compañía. Los tutores afirman que sus perros los ayudan a relajarse, a conciliar mejor el sueño y a sentirse menos solos. La médica veterinaria y etóloga María Virginia Ragau Santos explica que los perros, al ser animales sociales, buscan estar cerca de sus humanos para generar un vínculo de apego, una conexión profunda basada en la necesidad mutua de compañía y protección.
No obstante, hay voces que advierten que esta costumbre no es del todo inocua. El Instituto Europeo del Sueño señala que el hábito puede afectar la calidad del descanso, ya que los ciclos de sueño de los animales difieren de los humanos. Además, alerta sobre la posibilidad de transmisión de enfermedades, sobre todo si los animales no siguen controles veterinarios o de higiene adecuados. Las infecciones por bacterias, parásitos o incluso trastornos respiratorios pueden representar un riesgo en ciertos casos.
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Algunos estudios, como La prevalencia y las implicaciones del colecho humano-animal, indican que los principales grupos de riesgo son los niños pequeños, personas inmunodeprimidas y mujeres embarazadas. Sin embargo, en adultos sanos y con mascotas bien cuidadas, los riesgos suelen ser mínimos. La clave está en mantener un buen estado sanitario del animal y un entorno higiénico para evitar posibles complicaciones.
La tendencia de dormir con mascotas, más allá del debate, refleja cómo ha cambiado el vínculo humano-animal. Hoy los perros no solo son considerados parte del hogar, sino también integrantes afectivos de la familia. Aunque la decisión final dependerá de cada caso, contar con información clara y profesional es esencial para que la convivencia sea tan saludable como amorosa.
Fuente: LA NACIÓN.