El Gobierno de Donald Trump lanzó una nueva ofensiva económica con la mira puesta en los semiconductores y productos farmacéuticos importados.
A través del Departamento de Comercio, se iniciaron investigaciones sobre estos sectores, con el argumento de que representan un riesgo para la seguridad nacional. La medida allana el camino para imponer aranceles en los próximos días.
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Las investigaciones, publicadas oficialmente en el Registro Federal, se centran en maquinaria para fabricar chips, ingredientes farmacéuticos activos y productos que contienen estos componentes. Bajo la Sección 232 de la Ley de Expansión Comercial de 1962, el presidente puede imponer tasas si considera que las importaciones amenazan los intereses estratégicos del país.
Trump afirmó que su intención es incentivar la producción local de componentes tecnológicos y medicamentos, áreas en las que Estados Unidos depende fuertemente del extranjero. La mayoría de los chips que se utilizan en el país provienen de China y Taiwán, mientras que los medicamentos llegan mayormente desde India, Irlanda y también China.
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La estrategia proteccionista del mandatario republicano ya se ha aplicado en otros sectores, como el acero y el aluminio, y se ha convertido en una herramienta diplomática de presión frente a socios comerciales. En esta oportunidad, Trump implementó un arancel base del 10 %, pero pausó otros más altos durante 90 días para mantener abierta la negociación con algunos países.
Mientras se desarrollan las investigaciones y se aguarda la aplicación concreta de los nuevos aranceles, crece la preocupación entre importadores y fabricantes internacionales. Los efectos podrían sentirse tanto en la cadena de suministros global como en los precios al consumidor estadounidense, justo en un año electoral donde la economía vuelve al centro del debate.
Fuente: DW.
Foto: The University of Texas at Dallas.