El cambio climático, las cabras invasoras y la guerra civil en Yemen amenazan al mítico árbol endémico de Socotra, pieza clave del ecosistema y sustento económico local.
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En medio de una llanura árida frente al mar Arábigo, crece una de las especies más fascinantes y amenazadas del planeta: el árbol de sangre de dragón (Dracaena cinnabari). Esta joya natural, única de la isla yemení de Socotra, se enfrenta a una extinción silenciosa provocada por el cambio climático, la sobrepoblación de cabras invasoras y una prolongada guerra civil que azota a Yemen desde hace más de una década.
Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, Socotra es considerada un laboratorio natural de biodiversidad. De sus 825 especies vegetales, más de un tercio no existen en ninguna otra parte del mundo. Entre ellas, el árbol de sangre de dragón se impone por su savia roja intensa y su copa en forma de hongo, que recolecta la humedad del ambiente y sostiene el delicado equilibrio ecológico de la isla.
La desaparición de esta especie implicaría mucho más que la pérdida de un ícono visual. Científicos como Kay Van Damme, que estudian la isla desde 1999, advierten que su extinción conllevaría el colapso de todo un ecosistema. “Cuando se pierden los árboles, se pierde todo: el suelo, el agua, el equilibrio”, explicó en declaraciones a EuroNews.
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Las amenazas son múltiples. Los ciclones, cada vez más intensos por el calentamiento global, han destruido miles de ejemplares centenarios. En 2015 y 2018, Socotra fue golpeada por tormentas que desarraigaron bosques enteros. Además, las cabras —introducidas por humanos— impiden que los árboles se regeneren, ya que devoran los brotes antes de que puedan desarrollarse. Esto es crítico para una especie que apenas crece unos pocos centímetros por año.
La esperanza recae en viveros familiares que cuidan con esmero los escasos retoños. Sin embargo, los recursos son escasos, las estructuras de protección son frágiles, y la guerra civil limita toda ayuda institucional. “Verlos morir es como perder a uno de tus bebés”, confesó Sena Keybani, responsable de uno de estos viveros.
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El turismo —otra fuente clave de ingresos para los isleños— también ha mermado por el conflicto armado. Sami Mubarak, guía de ecoturismo, lamentó la falta de apoyo: “Necesitamos viveros con estructuras firmes, postes de cemento y financiamiento real”.
Mientras el árbol de sangre de dragón agoniza, la comunidad local resiste con esfuerzos heroicos, conscientes de que perder este árbol es perder la identidad de Socotra. Sin intervención urgente, advierten los expertos, el mundo podría ser testigo de la desaparición de uno de sus patrimonios naturales más extraordinarios.
Fuente y foto: Infobae