En el 2023, durante la temporada de estudios en Península Valdés, el equipo de investigadores del Instituto de Conservación de Ballenas (ICB) vivió un emocionante reencuentro con «Hueso», una ballena a la que conocen desde hace 24 años. Mariano Sironi, Director Científico del ICB, identificó a Hueso cuando era una cría y ha seguido su historia de vida a lo largo de los años.
En 1998, Mariano Sironi comenzó sus estudios de doctorado sobre el comportamiento y desarrollo social de las ballenas francas juveniles en Península Valdés. Durante su primera temporada de toma de datos en la estación de investigación «Campamento 39» en el Golfo San José en 1999, Sironi registró a varias crías que más tarde se convertirían en parte fundamental de su investigación.
Entre ellas, fotografió a un ballenato con una peculiar mancha en su espalda, con forma de hueso. De manera espontánea, Sironi la llamó «Hueso». Hueso tenía dos manchas adicionales en su lomo y una mancha ventral que subía por su flanco izquierdo, lo que la hacía fácilmente identificable. Sin saberlo, comenzaba una larga historia compartida entre una ballena y un hombre, que ya lleva un cuarto de siglo enriqueciéndose con nuevos encuentros.
Hueso era una cría muy activa. Sironi la recuerda saltando y jugando alrededor de su madre. En el año 2000, volvió a ver a Hueso ya destetada y transformada en una joven ballena independiente y sociable. La siguió observando acompañada de otras ballenas jóvenes como Mochita y Rombita, todas nacidas en 1999.
En 2006, mientras realizaba observaciones de comportamiento de una madre y su ballenato en el Golfo Nuevo, Sironi tuvo un emocionante encuentro. Apareció un ballenato activo y curioso que interrumpió a las ballenas que observaba. Detrás de él, estaba su madre, y las características manchas blancas en su espalda revelaron que era Hueso con su primera cría, a los siete años de edad.
En 2009, se registró a Hueso nuevamente en el Golfo Nuevo, esta vez con su segunda cría, que era igual de activa que su madre. En 2014, con 15 años de edad, Hueso pasó nadando frente a la estación de investigación en la misma bahía donde nació. Fue un momento emocionante para Sironi, que corrió hacia la playa para saludarla y tomar fotografías de Hueso con su tercera cría, que también estaba saltando.
El siguiente encuentro fue en septiembre de 2019, cuando Hueso, con 20 años de edad, fue vista con su cuarta cría. Este encuentro marcó otro capítulo en la conmovedora historia de esta ballena.
Durante un día de investigación en septiembre de 2023, mientras navegaban en el bote de investigación «Gris», los investigadores del ICB observaron a una ballena con manchas blancas en la espalda. Cuando se acercaron, el corazón de Sironi dio un vuelco, ya que se dio cuenta de que era Hueso. El emocionante encuentro duró más de una hora, y la ballena nadó junto a su cría cerca del bote de investigación.
MIRÁ TAMBIÉN | Estudian el comportamiento acústico de las ballenas francas en Península Valdés
Cada encuentro con Hueso y sus crías ha proporcionado valiosa información sobre la biología y el comportamiento de las ballenas francas. Cada registro ayudó a comprender cómo las condiciones ambientales afectan a estas majestuosas criaturas. La relación compartida entre Sironi y Hueso se ha extendido a otros adoptantes de ballenas, quienes contribuyen a la investigación y conservación de estas especies.
Mariano Sironi concluye: “Cada encuentro con Hueso y sus crías fue inolvidable. Recuerdo además a las personas que me acompañaban en esos encuentros. La emoción compartida nos une entre humanos y nos acerca más a la esencia de las ballenas y de su ballenidad. Mi amor por las ballenas y por Hueso además es compartido con una gran cantidad de personas que la adoptaron. Agradezco a estas personas y a cada uno de los adoptantes de ballenas, porque nos permiten seguir haciendo lo que hacemos por las ballenas y el mar. Hueso, me llena de esperanza para seguir viviendo en un mar de ballenas.”