Una mujer estadounidense de 64 años, primera usuaria de la cápsula de suicidio asistido Sarco, fue hallada con marcas de estrangulamiento, lo que ha llevado a la detención de Florian Willet, presidente de la empresa creadora del dispositivo.
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La primera persona en utilizar la cápsula de suicidio asistido conocida como Sarco, o el «Tesla de la eutanasia», fue hallada sin vida el pasado 23 de septiembre en un bosque de Suiza. La mujer, una estadounidense de 64 años que padecía osteomielitis en la base del cráneo, eligió este método debido a los intensos dolores que sufría, según confirmaron sus hijos. Sin embargo, la Policía suiza investiga su muerte como un posible homicidio, ya que el cuerpo presentaba marcas de estrangulamiento en el cuello.
La cápsula Sarco funciona mediante la inyección de nitrógeno en su cámara sellada, lo que reduce drásticamente el nivel de oxígeno y provoca la pérdida de consciencia en segundos, seguida de la muerte en pocos minutos. Durante el proceso, solo estuvo presente Florian Willet, presidente de la empresa The Last Resort, quien fue arrestado inmediatamente, junto con dos abogados y un fotógrafo del diario neerlandés Volkskrant. Mientras que los otros detenidos fueron liberados a las 48 horas, Willet continúa bajo arresto tras cinco semanas.
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Philip Nitschke, creador de Sarco, monitoreó el procedimiento desde Alemania a través de la transmisión en X, la cual describió como «una muerte idílica y pacífica en un bosque suizo». Sin embargo, la situación se tornó polémica cuando Elisabeth Baume-Schneider, ministra del Interior suiza, declaró el mismo día que el uso de Sarco podría ser ilegal en Suiza. Según la funcionaria, el dispositivo no cumple con las normativas de seguridad de productos ni con los requisitos de la ley de sustancias químicas en el país.
El proyecto Sarco ha generado intensos debates desde su llegada a Suiza. Según sus creadores, el dispositivo está diseñado para permitir una muerte asistida prácticamente gratuita, en comparación con el costo promedio de 13.000 dólares en las clínicas suizas de eutanasia. Sin embargo, el incidente reciente ha suscitado nuevas preguntas sobre la seguridad y la regulación de estas tecnologías en el contexto de las leyes de suicidio asistido de Suiza, que permiten el procedimiento solo cuando es administrado por el propio usuario y sin beneficio personal para los involucrados.
Fuente y foto: Actualidad