Un acuerdo público-privado busca revalorizar residuos de la viticultura mediante un método ecológico, apostando por la salud, la sostenibilidad y la economía circular.
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El CONICET y la bodega maipucina Trivento firmaron un convenio de colaboración para investigar las propiedades antitumorales de subproductos derivados de la cosecha de uva y aceite de oliva, con el orujo de uva como protagonista. Este residuo, compuesto por escobajo, piel, pulpa y semillas, será objeto de estudios que apuntan a su uso en la prevención del cáncer.
La investigación, basada en un modelo de producción y consumo circular, propone rescatar residuos industriales y utiliza un método ecológico que reemplaza los solventes químicos por solventes eutécticos profundos naturales (NADES), compuestos únicamente por azúcares, alcoholes, aminoácidos y ácidos orgánicos no tóxicos.
Walter Manucha, investigador del CONICET y director del IMBECU, destacó que «los acuerdos público-privados en áreas de inversión, capacitación y transferencia son clave para el desarrollo de la ciencia y la tecnología». Por su parte, Constanza López Fontana, también del CONICET, explicó que el proyecto busca aprovechar los polifenoles de la uva, compuestos naturales con potenciales efectos beneficiosos para la salud.
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Desde Bodega Trivento, Marcos Jofré, CEO de la empresa, valoró la alianza con «el organismo de investigación más importante del país». Además, Mercedes Álvarez, gerente de Sustentabilidad, enfatizó el impacto ambiental, social y económico del proyecto, que revaloriza un subproducto de la viticultura bajo los principios de la economía circular.
Este avance científico y sostenible no solo promete innovaciones en salud, sino que también contribuye a fortalecer el vínculo entre la investigación y la industria, beneficiando tanto a la economía local como al cuidado del medioambiente.
Fuente y foto: Diario Uno