Cada 4 de junio, el mundo recuerda a los millones de niños que sufren en silencio los horrores de la guerra. Desde 1982, esta jornada fue establecida por la Asamblea General de las Naciones Unidas para visibilizar a las infancias víctimas de agresiones en conflictos armados. La fecha conmemora el ataque de Israel a niños en Palestina y el Líbano, que encendió las alarmas internacionales sobre una problemática aún vigente.
Lejos de ser meros testigos, los niños se han convertido en objetivos directos en numerosos conflictos. Son reclutados como soldados, asesinados, abusados sexualmente, secuestrados y despojados de sus derechos fundamentales. Además, escuelas y hospitales —espacios que deberían protegerlos— son frecuentemente blanco de ataques, dejándolos sin educación ni asistencia médica.
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Según datos de la ONU, cada año miles de menores ven su vida devastada por las guerras. Graça Machel, expresidenta de la Comisión de Estudios de la ONU sobre el Impacto de los Conflictos Armados en la Infancia, señaló que “millones de niños no solo presencian los horrores de la guerra, sino que son el blanco de su violencia”. La indiferencia global ante esta realidad sigue siendo una deuda pendiente.
Esta jornada no solo busca visibilizar la tragedia, sino también impulsar un compromiso real por parte de gobiernos y organizaciones internacionales. Proteger a los niños en zonas de conflicto debe ser una prioridad urgente, garantizando corredores humanitarios, educación segura y acceso a servicios básicos.
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El Día Internacional de los Niños Víctimas Inocentes de Agresión es un llamado a la acción. Un recordatorio de que cada cifra representa una vida quebrada. Hoy más que nunca, la infancia necesita que el mundo la escuche, la proteja y le devuelva la esperanza.
Fuente: La Nación.