El 24 de octubre de 1929, Wall Street vivió su primer día de pánico en lo que sería el preludio de la Gran Depresión.
Conocido como el Jueves Negro, esta fecha marcó el inicio del colapso del mercado bursátil, poniendo fin a los años de euforia que habían caracterizado a la economía estadounidense en los felices años 20. Ese día se transfirieron más de 12 millones de participaciones, hundiendo los sueños de miles de inversores en cuestión de horas.
El colapso no se limitó a los mercados estadounidenses. La fiebre especulativa que había impulsado las inversiones a niveles insostenibles dejó un rastro de ruina y desesperanza, tanto en Estados Unidos como en otras economías mundiales. Este estallido de la burbuja financiera desencadenó una etapa de pobreza, recesión y precariedad que afectaría la vida cotidiana de millones de personas.
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El 29 de octubre, el Martes Negro, consolidó el derrumbe total de la Bolsa de Nueva York. Lo que parecía ser el final de la crisis solo resultó ser el comienzo de lo peor. La Gran Depresión dominó la economía mundial durante la siguiente década, dejando millones de personas sin trabajo, hogares destruidos y una confianza económica devastada.
El presidente Herbert Hoover intentó mitigar la situación, pero sus medidas fueron insuficientes. Fue reemplazado por Franklin D. Roosevelt en 1933, quien implementó el New Deal, un plan de intervención estatal que ayudó a estabilizar la economía. Sin embargo, no fue hasta 1938 cuando comenzó a percibirse una mejora significativa en Estados Unidos.
Fuente: El Mundo.