El cónclave comenzará el 7 de mayo, tras la muerte de Francisco. La Sixtina será testigo de una nueva elección papal, rodeada de arte e historia.
La Capilla Sixtina, símbolo del arte universal y sede de los frescos más célebres de Miguel Ángel, dejará de recibir turistas por unos días para convertirse nuevamente en escenario de un momento crucial para la Iglesia: el cónclave que elegirá al sucesor del papa Francisco.
Tras el fallecimiento del pontífice el pasado 21 de abril, a los 88 años, 133 cardenales se reunirán en el Vaticano desde el 7 de mayo para iniciar la votación que definirá al nuevo obispo de Roma. Como en otras ocasiones históricas, la elección se desarrollará bajo el imponente “Juicio Final” de Miguel Ángel.
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Desde 1492, la Capilla Sixtina fue testigo de casi todas las elecciones papales, con apenas cinco excepciones. Por estos días, un equipo reducido y altamente controlado trabaja en su adecuación: se instalan mesas, sillas personalizadas y se ajustan las medidas de seguridad para asegurar el secreto del proceso.
Durante el cónclave, los cardenales estarán completamente aislados: sin teléfonos, mensajes ni acceso a medios. Incluso las cámaras de seguridad habituales se desconectan para evitar filtraciones.
El espacio, de 40 metros de largo por 13 de ancho, ya no lucirá colmado de turistas. Allí, entre frescos del Génesis y del Nuevo Testamento, se decidirá el futuro de la Iglesia católica, con los nombres de los cardenales escritos en las sillas y la urna de votación frente al altar.
La tradición, la fe y el arte se conjugan en esta ceremonia cargada de solemnidad. Como dijo Juan Pablo II, todo en la capilla “contribuye a hacer más viva la presencia de Dios”.
Fuente: EFE.
Foto:Pexels.