El Cristo Redentor, símbolo icónico de Brasil, se encuentra en medio de un intenso debate sobre su gestión y futuro. La estatua, que representa no solo a Río de Janeiro sino a todo el país, ha sido parte fundamental de la identidad brasileña y una importante atracción turística.
En octubre, se presentó un proyecto de ley que propone transferir la gestión del terreno donde se encuentra la estatua de la supervisión federal a la Iglesia Católica. Los defensores de la propuesta sostienen que la Iglesia podrá resolver problemas de infraestructura y accesibilidad, mientras que los críticos consideran que esto vulneraría el principio del Estado laico y los compromisos ambientales del país.
El Cristo Redentor se erige dentro del Parque Nacional de Tijuca, una vasta área de 3.953 hectáreas de la Mata Atlántica. Este parque fue reforestado en el siglo XIX y es reconocido por su biodiversidad. A pesar de ser un destino turístico de gran relevancia, el equilibrio entre el turismo y la conservación sigue siendo un desafío, especialmente en zonas de alto tráfico como Corcovado.
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Actualmente, la gestión del Cristo Redentor está dividida entre el Estado y la Iglesia. Aunque la estatua se encuentra en terrenos federales, la arquidiócesis tiene autorización para realizar servicios religiosos y es responsable del mantenimiento de la capilla y la estatua. El Gobierno, por su parte, supervisa el parque y sus infraestructuras, incluidas las carreteras y los baños.
La propuesta de ley permitiría a la Iglesia Católica tomar control total de la estatua y su área inmediata, separándola del Parque Nacional de Tijuca. De ser aprobada, esta medida podría sentar un peligroso precedente para la gestión privada de otras áreas protegidas en Brasil, lo que podría comprometer la conservación ambiental y la integridad de los ecosistemas del país.
La Iglesia ha defendido su capacidad para gestionar la estatua y su entorno, argumentando que su objetivo es mejorar la experiencia del visitante sin perjudicar el medio ambiente. Sin embargo, la agencia de parques nacionales ha expresado su preocupación de que la privatización de una zona tan importante podría alterar hábitats sensibles de especies en peligro de extinción, como el tamarino león dorado y el mono muriqui.
Fuente: CNN.
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