Las marcas e influencers utilizan la «falacia naturalista» para promover productos, pero ¿es realmente cierto que lo natural siempre es mejor?
En la era actual, el marketing de productos «naturales» se ha convertido en una tendencia muy popular, y muchas marcas e influencers recurren a esta estrategia para atraer a consumidores que buscan lo mejor para su salud y bienestar. Desde champús hasta remedios naturales, la promesa de lo «natural» como sinónimo de salud y seguridad se ha vuelto omnipresente. Sin embargo, lo natural no siempre implica que algo sea más seguro o beneficioso. Esta falacia lógica, conocida como «apelación a la naturaleza» o «falacia naturalista», nos lleva a asumir que todo lo que proviene de la naturaleza es inherentemente mejor que lo producido por el hombre.
Cuando escuchamos que algo es «natural», tendemos a pensar que es seguro y saludable. Pero la naturaleza, en su vastedad, está lejos de ser siempre benevolente. Existen elementos naturales altamente peligrosos, como el arsénico, el cianuro o el asbesto, que pueden causar graves daños a la salud humana. Por ejemplo, el arsénico es un veneno natural que puede matar incluso con una pequeña dosis, y el cianuro se encuentra en frutas como las almendras y los albaricoques. A pesar de ser «naturales», estos compuestos no son precisamente saludables ni seguros.
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Además, la naturaleza no tiene la intención de ser beneficiosa para los seres humanos. Si basáramos nuestras decisiones solo en lo que es «natural», tendríamos que aceptar también las catástrofes naturales, como tornados o enfermedades como la viruela y la poliomielitis, que han causado miles de muertes a lo largo de la historia.
Es importante recordar que lo «no natural» también ha traído avances significativos en la medicina y la calidad de vida. La medicina moderna, las vacunas y muchos otros productos creados por el hombre han salvado millones de vidas y mejorado la calidad de vida de las personas. Además, la agricultura, la tecnología de conservación de alimentos y la creación de productos como las lentes de contacto o los antibióticos han permitido avances que no podrían lograrse con soluciones exclusivamente naturales.
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Algunos podrían argumentar que lo natural es mejor porque no contiene «químicos». Sin embargo, este razonamiento es incorrecto. Muchos productos naturales contienen compuestos químicos que pueden ser tan peligrosos como los sintéticos. El flúor, por ejemplo, es un mineral natural, pero la pasta de dientes con flúor es vista por algunos como «artificial». Sin embargo, la diferencia entre productos naturales y sintéticos no siempre es clara. La ciencia detrás de los productos debe ser el factor determinante, no su origen.
La «falacia naturalista» también surge cuando las marcas venden productos que mezclan lo «natural» con lo «artificial», como las vacunas. Estas combinaciones de elementos naturales y sintetizados han demostrado ser muy eficaces y beneficiosas para la humanidad.
En conclusión, aunque los productos naturales pueden ser buenos, no debemos dejarnos llevar por la idea de que lo natural es siempre mejor. Es esencial cuestionar las afirmaciones de marketing y evaluar los productos en función de su composición científica y sus beneficios reales, en lugar de simplemente aceptarlos por su origen «natural».
Fuente: BBC.
Foto generada mediante inteligencia artificial.