El Criollo Crespo o Bashkir Curly es una raza equina que se creía extinta en esta parte del continente, pero actualmente se encuentra en los campos del sur de la provincia de Río Negro, gracias al esfuerzo y dedicación de Gerardo Rodríguez, un veterinario local, y su compañera, Andrea Sede.
En 2019, el biólogo Mitch Wilkinson, de la Universidad de A&M en Texas, llegó a Maquinchao para estudiar estos caballos y tomar muestras de pelo y sangre. Lo que descubrió fue extraordinario: la mutación que produce los rulos en los caballos argentinos no es la misma que en Rusia o Estados Unidos. Es única en el mundo, lo que significa que estos ejemplares son únicos no solo en Sudamérica, sino en todo el planeta.
Descritos como gentiles y dóciles, robustos, curiosos e inteligentes, estos caballos son verdaderamente atractivos. Los machos alcanzan su tamaño definitivo entre los 6 y 7 años de edad, con una altura que va de 1.42 a 1.50 metros.
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Sin embargo, su marca distintiva, sin lugar a dudas, es su elegante pelaje rizado. Durante los meses de invierno, cubren sus cuerpos con rulos suaves al tacto.
¿Cómo llegaron estos caballos a la Patagonia? Una de las teorías más antiguas data de 1536, cuando Pedro de Mendoza, gobernador de la colonia española, introdujo 100 equinos de trabajo y guerra desde Cádiz. Después de la huida de los españoles, estos caballos quedaron abandonados y comenzaron a reproducirse en masa, poblando gran parte de Argentina. Al regresar años después, notaron que algunos de estos caballos habían desarrollado el característico pelo rizado.
Otra teoría relevante sugiere que una expedición realizada por el obispo Trejo introdujo equinos en el sur argentino. Una tercera versión menciona que estos caballos podrían haber llegado desde el norte, cruzando el estrecho de Bering, y tener su origen en la región de Bashkiria, Rusia.
Fuente: Austerra_Society