Este guiso ancestral combina sabores originarios y criollos, y en Puerto Madryn es un clásico cada 1º de mayo
El locro es mucho más que un plato típico: es una tradición con más de 500 años de historia. Su origen se remonta a tiempos prehispánicos, donde las comunidades andinas lo conocían como ruqru o luqru, un guiso espeso a base de maíz, zapallo y papas, cocido a fuego lento.
Con la llegada de los españoles, la receta se enriqueció con carnes vacunas, cerdo y embutidos, y fue tomando la forma del locro que conocemos hoy. Su preparación se mantiene viva en fechas patrias y, especialmente, cada 1º de mayo en el Día del Trabajador.
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En Puerto Madryn, como en muchas ciudades del país, el locro no solo es una comida: es un ritual colectivo. Se cocina en familia, en instituciones o entre amigos, con días de anticipación y mucha dedicación.
Rubén Luffi, mendocino y docente, prepara todos los años más de 200 porciones. En ocasiones especiales llegó a cocinar 1000. “Se empieza un día antes, picando cebolla, morrón y verdeo. Después viene la carne: panceta, chorizo colorado, pechito, vaca, cueritos, todo”, cuenta.
La receta incluye también porotos, garbanzos y maíz blanco. Todo se une en una cocción lenta, que comienza salteando en aceite la panceta y el chorizo. Luego se suman las verduras, las carnes, las legumbres y finalmente el zapallo rallado.
El locro se suele acompañar con una salsita picante, según el gusto del comensal. En Madryn, las porciones se venden entre 8 mil y 15 mil pesos, y suelen agotarse rápidamente.