Para comprenderlo, es fundamental conocer un hecho clave: ni el sol ni los planetas son estáticos. En realidad, todo el Sistema Solar se desplaza a través de la vasta Vía Láctea, generando un intrigante movimiento que se asemeja al de un cometa.
El sol y los ocho planetas principales (Mercurio, Venus, Tierra, Marte, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno) se encuentran en constante movimiento a una velocidad asombrosa, viajando a unos impresionantes 828 mil kilómetros por hora. Este fenómeno cósmico implica que el Sistema Solar se desplace junto con los planetas dentro de la galaxia, y si pudiéramos observarlo desde afuera, veríamos cómo el sol avanza como un cometa, mientras que los planetas giran en una trayectoria elíptica, todos ellos en un plano determinado.
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Ahora bien, la cuestión de por qué algunos planetas parecen girar «al revés» o en direcciones diversas se relaciona con su formación y las influencias gravitacionales que han experimentado a lo largo de su historia.
La mayoría de los planetas, como la Tierra, Venus y Marte, giran en sentido antihorario, lo que significa que su rotación va en contra de las agujas del reloj cuando se observa desde el polo norte. Sin embargo, Venus es una excepción interesante, ya que presenta una rotación retrógrada, es decir, gira en sentido horario, un rasgo inusual en nuestro Sistema Solar.
Por otro lado, los gigantes gaseosos como Júpiter y Saturno, junto con Urano, exhiben inclinaciones extremas en sus ejes de rotación, lo que provoca que algunos de ellos giren en direcciones diferentes a la mayoría de los planetas. Urano, por ejemplo, tiene una inclinación tan extrema que parece girar casi de lado en relación con su órbita alrededor del sol.
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La variación en la dirección de rotación de los planetas se debe en gran medida a su formación. Estos mundos se originaron a partir de un disco de gas y polvo que rodeaba a una joven estrella, nuestro Sol. Las complejas interacciones gravitacionales y las colisiones entre partículas en este disco pudieron influir en la dirección de rotación de un planeta mientras se formaba. Además, eventos cataclísmicos, como impactos de asteroides, también podrían haber alterado la dirección de rotación de un planeta a lo largo de su historia.
En resumen, la diversidad en la dirección de rotación de los planetas del Sistema Solar es un recordatorio de la complejidad y la variabilidad de nuestro cosmos. Cada uno de estos mundos tiene su propia historia y características únicas, y su forma de girar es un reflejo de su singular trayectoria en el vasto universo.
FUENTE: Economía Sustentable