Una investigación británica reveló que el cerebro necesita concentrarse en la sensación del beso para disfrutarla plenamente.
Besar con los ojos cerrados es un gesto universal que asociamos con el romanticismo, pero su origen tiene una razón científica: el cerebro necesita minimizar las distracciones visuales para enfocarse en el contacto.
Así lo determinó un estudio de la Universidad de Londres que analizó cómo el cerebro procesa múltiples estímulos sensoriales. El resultado fue claro: al reducir la entrada visual, aumenta la percepción táctil.
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Durante la prueba, participantes debían resolver tareas visuales mientras recibían vibraciones en las manos. Cuanto más compleja era la tarea, menor era su capacidad de notar el estímulo físico.
Aplicado al beso, esto indica que cerramos los ojos para concentrarnos en la sensación de los labios y bloquear lo que ocurre alrededor. Es un mecanismo automático que potencia el momento íntimo.
Estudios anteriores ya habían vinculado este reflejo con la necesidad de eliminar el esfuerzo de enfocar objetos cercanos o con el deseo de relajarse emocionalmente durante el beso.
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Más allá de lo romántico, el beso es un gesto cargado de significados que trasciende a la pareja: padres e hijos, amigos, saludos culturales y hasta gestos religiosos lo incluyen.
Cerrarlos o no, lo importante es disfrutar del beso como lo que es: una forma universal de conexión humana.
Fuente: TN.