En una actuación apabullante, el cuarteto de Los Ángeles demostró virtuosismo sonoro, prescindiendo de trucos escénicos y entregando un espectáculo totalmente orgánico.
Contrariamente a las tendencias actuales, la banda optó por una configuración simple: guitarra, bajo, batería y voz, sin pistas pregrabadas ni trucos visuales. La potencia característica del grupo, fusionando funk, punk, surfer rock, rap y psicodelia, se manifestó plenamente en el escenario.
El concierto fue transmitido en vivo por Flow y contó con la participación masiva de fanáticos que colmaron el estadio. Red Hot Chili Peppers destacó por la energía arrolladora, la desmesura sonora y la ejecución virtuosa de sus grandes éxitos, incluyendo «Can’t Stop», «Dani California», «Suck My Kiss», «By The Way», «Californication» y «Give it Away».
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La banda mantuvo una dinámica de improvisación, desviándose abruptamente hacia diferentes temas en el repertorio y ofreciendo solos instrumentales. Flea, con su característico bajo, lideró la escena con su estilo guitarrístico, seguido de cerca por John Frusciante en la guitarra y Chad Smith en la batería.
El concierto se caracterizó por prescindir de efectos pirotécnicos y explosiones, centrando la atención en las gráficas y luces que acompañaron la psicodelia colorida del grupo. La actuación, que se extendió por casi dos horas, demostró la comunión musical entre los cuatro artistas y generó una conexión cercana con el público.
Red Hot Chili Peppers cerrará su serie de conciertos en Argentina el próximo domingo 26 en el mismo estadio. Desde su primera visita en 1993, la banda ha dejado una marca indeleble por sus shows emocionantes y su enfoque comprometido en la performance sonora.
Fuente: Télam.
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