En represalia a la incursión de Kiev en Kursk, Rusia lanzó ataques con bombas racimo sobre una granja ucraniana, dejando a los agricultores ante la difícil decisión de salvarse o quedarse con sus animales heridos.
La guerra en Ucrania ha alcanzado nuevos niveles de brutalidad, con un reciente ataque de Rusia utilizando bombas racimo contra una granja en la región de Sumy, Ucrania. Este acto fue una respuesta a la incursión de Kiev en Kursk, que ha llevado a que los pocos residentes que quedan en el pueblo de Basivka enfrenten una devastadora realidad.
Yurii Malovanyi, un granjero local, ha sido testigo directo de esta violencia. Su granja lechera fue atacada dos veces, convirtiéndose en un escenario de destrucción y muerte. «Todo estaba destruido», relató Malovanyi, quien se ha visto obligado a tomar la dolorosa decisión de abandonar la granja tras años de resistir en la zona, llevándose consigo a los animales heridos que aún sobrevivían.
El uso de bombas racimo, armas prohibidas en muchos países debido a su impacto indiscriminado, ha dejado a la comunidad de Basivka en una situación crítica. Los terneros que sobrevivieron al ataque permanecen junto a los cadáveres de las vacas, mientras los agricultores luchan por proteger lo poco que les queda.
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Malovanyi, que hasta ahora se había negado a huir, manifestó su resignación: «No soy ni un emigrante ni un refugiado que huye. Me quedé aquí en tierra… Pero si no hubiera sido destruido, me habría quedado aquí». Este episodio ilustra la desesperación de quienes intentan mantener sus vidas y medios de subsistencia en medio del conflicto.
Fuente: Infobae
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