Este domingo se cumplen 50 años de la muerte de Aníbal Troilo, el gran «Pichuco», figura central del tango argentino. Nació en el barrio del Abasto y desde chico demostró una sensibilidad única para el bandoneón.
Su primer fueye lo obtuvo a los diez años, y con él tocó casi toda su vida. Debutó en un bar junto al Mercado de Abasto en 1925. A los 14 años ya lideraba su propio quinteto y pronto se integró a formaciones con figuras como Osvaldo Pugliese y Elvino Vardaro.
En 1937 debutó su orquesta típica en el mítico Marabú. A lo largo de las décadas, compartió escenario con cantores icónicos como Francisco Fiorentino, Floreal Ruiz, Edmundo Rivero y Roberto Goyeneche.
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Fue pionero en delegar arreglos musicales a talentos como Astor Piazzolla, Julián Plaza y Raúl Garello, con quienes renovó constantemente el sonido de su orquesta. Su estilo interpretativo, de fraseo único y emocional, se convirtió en una marca registrada.
Troilo falleció el 18 de mayo de 1975, pero su legado musical sigue vigente. Su tumba en la Chacarita, junto a otros notables, guarda los restos de quien supo «decir» el tango con su bandoneón como nadie más.
Fuente: Diario de Cultura.