Las primeras elecciones provinciales y locales de 2025 revelan una tendencia preocupante: la participación ciudadana sigue en caída, incluso en un sistema donde el voto es obligatorio. Con apenas el 53% de concurrencia en la Ciudad de Buenos Aires, el ausentismo alcanzó niveles récord, generando alarma en todo el arco político argentino.
Según un análisis del Centro de Investigación para la Calidad Democrática (CICAD), desde el regreso de la democracia en 1983, la participación electoral cae entre 5 y 10 puntos por década. Si bien hubo repuntes entre 2003 y 2011, el fenómeno se acentuó en años recientes, especialmente tras la pandemia. En 2023, la participación en las presidenciales fue del 74%, la más baja desde 1983, y este año varias provincias ya experimentaron caídas aún más pronunciadas.
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Para los politólogos Facundo Cruz, Mario Rodríguez y Patricio Giusto, consultados por medios nacionales, este fenómeno es reflejo de una “fatiga democrática”. Muchos votantes no se sienten representados ni motivados a participar, mientras crece el desencanto con los resultados de los procesos electorales y la dirigencia política. La apatía actual, según Cruz, recuerda al voto bronca del 2001, pero ahora transformado en inasistencia total.
La tendencia golpea particularmente a los distritos donde se desdoblaron los comicios, como CABA, y plantea desafíos para las próximas elecciones nacionales. Además de la abstención, preocupa la orientación del voto en sectores donde sí se registra mayor participación. En esos lugares, por ejemplo, La Libertad Avanza logró imponerse con claridad, lo que marca un cambio en el mapa político y sociológico del electorado.
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A medida que se acerca el tramo decisivo del calendario electoral, la pregunta clave para los partidos es cómo revertir esta desafección ciudadana. Volver a conectar con los votantes y devolver sentido a la política parece ser una tarea urgente, más aún cuando el sistema democrático depende de la participación activa de la ciudadanía.
Fuente: TN