Una tabla de madera revelada por el retroceso glaciar en Digervarden permitió reconstruir cómo cazaban y se desplazaban las sociedades del norte de Europa hace más de mil años. El hallazgo es clave para la arqueología glaciar.
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Lo que parecía un simple trozo de madera emergiendo del hielo terminó por convertirse en uno de los descubrimientos más valiosos de la arqueología glaciar en Europa. En la montaña Digervarden, ubicada en el condado de Oppland, Noruega, un equipo de arqueólogos recuperó un esquí milenario en perfecto estado, fechado entre los años 663 y 859 d.C., plena Edad del Hierro. El objeto, fabricado en madera de abedul, fue hallado a 1.780 metros de altitud, en una zona donde la nieve persistente había conservado sus materiales durante más de un milenio.
Este hallazgo, catalogado como uno de los mejor conservados del mundo, fue realizado por el programa Glacier Archaeology en colaboración con el Museo de Historia Cultural de Oslo. El esquí mide 170 cm de largo y 14,7 cm de ancho, e incluye una plataforma elevada y orificios para fijar la bota, características que lo vinculan con modelos similares usados en caza y movilidad invernal.
Lo más sorprendente es que aún conserva parte de su sistema de amarre con ramas y cuero, revelando una sofisticación técnica notable para su época. Según los investigadores, el diseño permitía un mejor control sobre la nieve y estaba pensado para terrenos montañosos, lo que refuerza su uso vinculado a la caza de renos y la supervivencia en condiciones extremas.
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La ubicación del hallazgo no es casual: Digervarden se encuentra en una ruta migratoria de renos y cerca de antiguos escondites de caza, lo que apunta a una función claramente cinegética. A su vez, los paralelismos con esquís aún utilizados en la región de Altái, en Asia Central, permitieron elaborar una réplica probada por el esquiador tradicional Ma Liqin, quien confirmó su funcionalidad en la nieve noruega.
Este y otros descubrimientos arqueológicos se enmarcan en el contexto de una nueva era para la arqueología glaciar, impulsada por el retroceso de los hielos debido al cambio climático. En los últimos años, más de 2.000 objetos han sido recuperados en Oppland, entre ellos vestimentas, herramientas, armas e incluso restos humanos. Todos compartían una característica: quedaron atrapados en el hielo tras ser perdidos, no ofrecidos como parte de rituales.
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Sin embargo, la misma crisis climática que facilita estos hallazgos también los pone en riesgo. La exposición de estos materiales al aire libre acelera su deterioro, lo que ha motivado la creación de programas de monitoreo intensivo durante los veranos, con el objetivo de rescatar piezas antes de que desaparezcan para siempre.
El esquí de Digervarden no solo representa un logro técnico ancestral, sino también una ventana al pasado humano, un testimonio tangible de cómo las personas enfrentaban entornos hostiles con ingenio, adaptabilidad y tecnología. Y nos recuerda, al mismo tiempo, la urgencia de preservar este tipo de patrimonio antes de que se derrita junto con los últimos glaciares.
Fuente y foto: Noticias Argentinas