El gobierno de Donald Trump aceptó oficialmente un Boeing 747 valorado en 400 millones de dólares, regalado por Qatar para ser utilizado como avión presidencial. La decisión, anunciada por el Pentágono, ha generado fuertes críticas por las implicancias éticas, legales y de seguridad nacional que conlleva recibir un obsequio de un país extranjero.
El secretario de Defensa, Pete Hegseth, confirmó que la aceptación del avión se hizo “de conformidad con todas las normas federales” y que se implementarán las medidas necesarias para garantizar la seguridad presidencial. Sin embargo, tanto legisladores demócratas como republicanos expresaron serias dudas respecto al origen del regalo.
Donald Trump defendió la decisión y la calificó como un “gran gesto” del emirato. “Podría ser un estúpido y decir que no, pero me pareció una gran muestra de amistad”, escribió en su red Truth Social. Aclaró que no se trata de un regalo personal y prometió entregar el avión a su biblioteca presidencial en 2029.
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Las críticas no se hicieron esperar. El senador republicano Ted Cruz advirtió sobre posibles riesgos de espionaje, mientras que el demócrata Jack Reed alertó sobre las vulnerabilidades en los sistemas de comunicación que podrían verse comprometidos con un avión donado por una potencia extranjera.
Desde Qatar, el primer ministro Mohamed bin Abdulrahmán minimizó la controversia y aseguró que este tipo de gestos son habituales entre países aliados. “No es un soborno, es una muestra de confianza y cooperación”, declaró ante medios internacionales.
La Constitución de Estados Unidos prohíbe a los funcionarios recibir regalos de gobiernos extranjeros, salvo aprobación del Congreso. Aunque Trump sostiene que todo fue legal, el debate sobre este inusual obsequio continúa dividiendo a la opinión pública y al Congreso.
Fuente: DW.
Imagen: Qatar’s FM/UPI Photo/IMAGO.