La Alicella gigantea, considerada durante más de un siglo una rareza de las profundidades, resulta ser una de las especies más exitosas del planeta. Un estudio australiano revela que su distribución abarca el 59% de los océanos.
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Durante más de cien años, la Alicella gigantea, un crustáceo fantasmal de las profundidades, fue considerada una criatura extremadamente rara. Sin embargo, una nueva investigación de la Universidad de Australia Occidental ha dado un giro sorprendente: este anfípodo gigante habita el 59% de los océanos del mundo, convirtiéndolo en uno de los animales más ampliamente distribuidos del planeta.
Analizando casi 200 registros de avistamientos en 75 ubicaciones del Pacífico, Atlántico e Índico, los científicos descubrieron que la especie no es escasa, sino difícil de detectar por vivir entre los 3.890 y 8.931 metros de profundidad. Estas zonas abisales son extremadamente frías, oscuras y están sometidas a una presión aplastante, lo que explica la limitada información que se tenía hasta ahora.
Este anfípodo supergigante, que puede alcanzar hasta 34 centímetros de longitud, fue visto por primera vez en 1899 y luego filmado en la década de 1970. Desde entonces, sus apariciones fueron tan esporádicas que se asumió su rareza. Pero, según explicó la bióloga Paige Maroni, el error estaba en la inaccesibilidad de su hábitat, no en su escasez.
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El éxito evolutivo de este crustáceo no es casual. Posee genes especializados que le permiten resistir la presión extrema, conservar energía y sobrevivir largos períodos sin alimento. Incluso su falta de pigmentación y gran tamaño —vinculado a un gen asociado también al gigantismo en mamíferos— parecen ser adaptaciones que le permiten prosperar donde pocos organismos pueden hacerlo.
El hallazgo también resalta una realidad inquietante: conocemos menos del 0,001% del fondo marino profundo. La vida en estos ambientes sigue siendo en gran parte un misterio, lo que subraya la importancia de explorar y conservar los ecosistemas oceánicos profundos.
Fuente y foto: DW