Un tarro etiquetado como “lagarto” ocultaba un fósil clave: se trata de Bolg amondol, un cazador acorazado del Cretácico tardío con vínculos evolutivos entre América y Asia.
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Durante casi dos décadas, un frasco rotulado apenas como “lagarto” permaneció ignorado en una estantería del Museo de Historia Natural de Utah. Sin embargo, una revisión reciente permitió identificar en su interior los restos de una nueva especie de reptil depredador, que habitó los densos bosques del antiguo continente Laramidia hace aproximadamente 76 millones de años.
El hallazgo fue confirmado por el Museo de Historia Natural de Los Ángeles y publicado en la revista científica Royal Society Open Science. La especie fue bautizada Bolg amondol, en homenaje a un personaje del universo de J.R.R. Tolkien y un término en sindarin —lengua inventada por el autor— que significa “montículo de cabeza”, una alusión a las protuberancias óseas halladas en el cráneo del animal.
Según el equipo de paleontólogos liderado por Hank Woolley, los restos fueron originalmente recolectados en 2005 en la Formación Kaiparowits, dentro del Monumento Nacional Grand Staircase-Escalante, una región reconocida por su riqueza fósil en el sur de Utah. Sin embargo, los fragmentos óseos habían sido almacenados sin análisis detallado hasta ahora.
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El fósil pertenece a un grupo extinto de reptiles acorazados y dentados, los Monstersauria, lejanamente emparentados con el actual monstruo de Gila. Con una longitud de entre 90 y 120 centímetros, Bolg amondol tenía el tamaño de un mapache y una constitución robusta. Sus dientes cónicos y afilados indican que era un cazador especializado de presas pequeñas, como crías de dinosaurios o huevos, posiblemente de ovirraptorosaurios.
Este reptil prehistórico tenía su cuerpo cubierto por placas óseas (osteodermos), lo que lo protegía de otros depredadores. La ilustración científica que acompaña el estudio lo muestra explorando un nido de dinosaurios en busca de alimento, un indicio de su comportamiento oportunista dentro de los ecosistemas del Cretácico superior.
Su morfología recuerda a la de un lagarto monitor, y su dieta carnívora lo ubica como un componente importante en las redes ecológicas del periodo. El estudio sugiere que en ese entonces coexistían al menos tres linajes distintos de grandes lagartos depredadores en el sur de Laramidia.
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El análisis reveló que el pariente más cercano de Bolg amondol fue hallado en el desierto del Gobi, lo que refuerza la teoría de que existieron intercambios faunísticos a través del antiguo puente terrestre de Bering, que unía América del Norte con Asia durante el Cretácico.
El descubrimiento también pone de relieve la importancia de revisar colecciones paleontológicas almacenadas, muchas de las cuales albergan fósiles aún no estudiados. Según el Museo de Los Ángeles, este caso demuestra que incluso un frasco etiquetado genéricamente puede contener pistas cruciales para entender la evolución de la vida en la Tierra.
Fuente y foto: Infobae