Franklin Hernández, un entrenador deportivo y licenciado en Relaciones Internacionales, cuenta su aterradora experiencia en «El Helicoide», el infame centro de tortura en Venezuela. Según relata, este lugar es el mayor centro de tortura de América Latina, donde «simplemente te desaparecen».
Franklin Hernández, quien estuvo encarcelado durante tres años y medio en «El Helicoide», un edificio ubicado en Caracas que sirve como sede del Servicio Bolivariano de Inteligencia (SEBIN), ha revelado las brutales condiciones que vivió en ese lugar. Hernández, detenido el 1° de enero de 2015, describe este centro de detención como un «agujero negro» donde los prisioneros políticos son sometidos a torturas psicológicas y físicas sin ningún respeto por los derechos humanos.
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Hernández relató que su detención se produjo sin una orden judicial, bajo la acusación de «conspiración y asociación para delinquir». Sin embargo, al llegar a «El Helicoide», los cargos se agravaron, acusándolo de «terrorismo y tráfico de armamento». Durante su tiempo en prisión, sufrió maltratos psicológicos y fue testigo de horribles abusos cometidos contra otros detenidos. «Nos decían que si llegábamos a penales comunes, los criminales nos iban a golpear y apuñalar», recordó.
A lo largo de su estancia, Hernández fue sometido a una constante presión psicológica, rodeado de delincuentes comunes, muchos de ellos involucrados en graves crímenes. «Me pusieron con los peores delincuentes para doblegarme, pero yo me mantuve firme en mis convicciones», afirmó. Pese a las condiciones extremas, logró mantenerse lúcido gracias a su determinación y su entrenamiento en artes marciales, lo que cree que le salvó de ser agredido físicamente.
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Finalmente, fue liberado en junio de 2018 como parte de una estrategia del gobierno venezolano para mostrar poder antes de las elecciones presidenciales. A su salida, Hernández se enfrentó a una Venezuela devastada por la crisis económica y social. «Fue como salir de una máquina del tiempo. Todo había cambiado para peor», expresó, marcando el impacto que tuvo su experiencia tanto dentro como fuera de la prisión.
Hernández sigue comprometido a contar su historia para que el mundo conozca las atrocidades que ocurren en Venezuela. «Si tengo que contar mi historia 100.000 veces, lo haré, porque esto se tiene que acabar», concluyó.