Durante décadas, acceder a la cima del Obelisco fue una rareza reservada a técnicos y valientes con casco, arnés y permiso especial. Pero ahora, el símbolo más reconocido de la Ciudad de Buenos Aires se transforma: por primera vez estará abierto al público con una experiencia que promete vistas únicas y una dosis de vértigo inolvidable.
Gracias a la instalación de un ascensor interno, subir hasta los 67,5 metros de altura se vuelve accesible. La estructura metálica agregada no altera el diseño original del monumento, y el nuevo elevador, con un lado vidriado y otro con pantalla digital, transporta hasta cuatro personas en apenas un minuto. Desde allí, una escalera caracol lleva al mirador panorámico.
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En el nivel más alto, se encuentran cuatro ventanas despejadas de antenas, cables y cámaras, lo que permite una visión limpia del trazado de la avenida 9 de Julio, el ajetreo porteño y hasta el Río de la Plata. Las vistas en 360 grados convierten al Obelisco en un nuevo atractivo turístico, más allá de su rol simbólico e histórico.
Aún no se ha informado cómo será el sistema de visitas, pero se estima que 120 personas podrán recorrerlo cada día. El ingreso será desde la Plaza de la República y, como parte de las reformas, también se reemplazó el pararrayos original de 1936, que ahora forma parte del acervo del Buenos Aires Museo (BAM).
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El Obelisco, que nació en 1936 como homenaje a la primera fundación de Buenos Aires, sigue sumando capítulos a su historia. Desde hoy, deja de ser solo una postal para convertirse en una experiencia viva, tangible y abierta a quienes quieran ver la ciudad desde lo más alto de su corazón.
Fuente: TN.