En el comienzo, la derrota ante Arabia Saudita resonó como un lamento en el corazón de los argentinos. Las críticas se multiplicaron, y entre las sombras emergió una pregunta burlona: «¿Dónde está Messi?». Los augurios eran oscuros, y la sombra de la desesperanza se cernía sobre la selección.
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Sin embargo, en el rugir del torneo, Lionel Messi se convirtió en el faro que iluminó el camino de la redención. Su figura, a menudo incomprendida y cuestionada, se erigió como el líder silencioso que guiaría a Argentina a través de las tormentas hacia la gloria.
En el Grupo C, la magia de Messi resplandeció, iluminando la victoria contra México y Polonia. Los octavos de final vieron a Australia sucumbir ante su destreza, y en cuartos, Países Bajos cayó frente al asombroso talento que solo Messi posee. La gesta continuó, superando a Croacia en unas semifinales épicas y, finalmente, escribiendo el capítulo más glorioso en la final contra Francia.
Con una determinación férrea, Messi marcó siete goles cruciales y proporcionó tres asistencias que resonarán por siempre en la memoria de los hinchas. Cada toque de la pelota parecía una declaración de redención, una respuesta a aquellos que dudaron y cuestionaron su legado.
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El título mundial, tan esquivo durante tanto tiempo, se convirtió en una realidad palpable. Argentina, dada por derrotada y destinada a la salida prematura del torneo, emergió como el campeón indiscutible, desafiando las expectativas y abrazando la grandeza.
La gesta de Lionel Messi trasciende lo deportivo; es un recordatorio de que en los momentos más oscuros, la luz puede surgir de lugares inesperados. Su historia en el Mundial de Qatar 2022 no es solo la de un futbolista extraordinario, sino la de un héroe anónimo que rescató a su nación del abismo de la desilusión.
En este capítulo épico, Messi no solo llevó a Argentina hacia la victoria, sino que también se elevó por encima de las críticas, demostrando que el verdadero carácter se revela en la adversidad. La celebración del título no es solo la consagración de un equipo, sino la consagración de la voluntad inquebrantable del equipo y la magia incomparable de Lionel Messi.
Romina Alzugaray
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