Ubicada en la desembocadura del Río Negro, esta aldea de pescadores combina historia, belleza natural y la tranquilidad ideal para desconectarse del mundo.
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En el extremo sur de la provincia de Buenos Aires, donde el Río Negro se encuentra con el Mar Argentino, se esconde un rincón único: Villa 7 de Marzo, una aldea de pescadores habitada por apenas 25 personas. Este pintoresco lugar no solo destaca por su calma, sino también por su rica historia y la belleza de sus playas.
El nombre de la villa rinde homenaje a un episodio histórico ocurrido en 1827, cuando los habitantes de la región, junto a gauchos, defendieron el territorio de un intento de invasión por parte del Imperio del Brasil. Casi un siglo después, en 1914, el español Ramiro García Pietro adquirió tierras en el lugar y las donó al partido de Patagones, marcando el inicio de la pequeña comunidad que hoy conocemos. En 1974, las primeras construcciones comenzaron a transformar las 100 hectáreas donadas en una villa balnearia.
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Villa 7 de Marzo ofrece tranquilidad y paisajes naturales en su playa más famosa: La Baliza, un lugar de arena fina perfecto para relajarse o caminar al ritmo del oleaje. Durante la temporada alta, esta playa atrae a pescadores que llegan en busca de pejerreyes, corvinas y pescadillas, convirtiéndola en un punto ideal para los amantes de la pesca.
El pueblo, que cuenta con dos almacenes y una sala de primeros auxilios, cobra vida especialmente en verano. En febrero, la Fiesta del Pescador y la Familia reúne a locales y visitantes en un homenaje a las tradiciones de la región, celebrando el vínculo entre la comunidad y su entorno marítimo.
Aunque pequeño, Villa 7 de Marzo conserva un encanto que atrae a turistas que buscan escapar del ruido y conectar con la naturaleza. Sus playas, historia y la calidez de sus pocos habitantes hacen de este lugar un destino ideal para quienes valoran lo simple y auténtico.
Fuente y foto: Noticias Argentinas