De manzana, balsámico, de arroz o blanco destilado, el vinagre es un ingrediente esencial en la cocina y en la conservación de alimentos. Descubrí sus variedades y cuál elegir según cada receta.
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El vinagre ha estado presente en la alimentación humana durante siglos, no solo como condimento sino también como conservante natural. Su característico sabor ácido es el resultado de un proceso de doble fermentación que convierte el alcohol en ácido acético, compuesto clave que le da sus propiedades, según detalla la Enciclopedia Britannica.
Este versátil ingrediente puede elaborarse a partir de múltiples fuentes vegetales, como manzanas, uvas, arroz, cebada o incluso alcohol industrial, lo que da origen a una amplia variedad de vinagres con diferentes sabores, aromas y niveles de acidez. Según la Universidad de Harvard, algunos de estos productos se infusionan con hierbas o jugos de frutas, dando lugar a vinagres aromatizados especiales que también ganan espacio en la cocina moderna.
Entre los más comunes se encuentra el vinagre blanco destilado, producido a partir de alcohol casi puro. Es ideal para quienes buscan un condimento neutro que no interfiera con el sabor de otros alimentos, siendo útil en la preparación de conservas y recetas que requieren precisión en el equilibrio de sabores.
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Otro muy popular es el vinagre de sidra de manzana, que ha ganado fama tanto en la cocina como en el mundo del bienestar. Se elabora a partir del líquido alcohólico de las manzanas trituradas, tiene menor acidez y un suave aroma frutal, ideal para aderezos y platos dulces.
El vinagre balsámico, originario de Italia, es más espeso y oscuro. Su sabor agridulce lo hace perfecto para ensaladas, carnes o incluso postres como helados o frutas, especialmente si se cocina en una reducción.
Por su parte, el vinagre de vino puede elaborarse con vino tinto o blanco y se caracteriza por un sabor más intenso. Es excelente en adobos, guisos y platos con carnes o pescados.
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En la gastronomía asiática, el protagonista es el vinagre de arroz, que presenta una acidez baja y un toque dulce. Es indispensable en recetas como el sushi, escabeches suaves y frituras orientales.
El vinagre de malta, en tanto, proviene de cerveza sin lúpulo. Tiene un gusto fuerte y suele incorporarse a salsas y guarniciones con sabores profundos.
Finalmente, los vinagres aromatizados, preparados a partir de vinagres base con infusiones de frutas, especias o hierbas como romero, canela o albahaca, son ideales para vinagretas o marinadas gourmet.
Aunque la disponibilidad de estos productos puede variar según el país, su uso trasciende fronteras y culturas, consolidando al vinagre como un básico infaltable en cocinas de todo el mundo.
Fuente: National Geographic
Foto: Archivo