Roxana Montoya y su hija Anabella Terrón comparten su pasión por el servicio comunitario en el cuerpo de bomberos de Gaiman. Nos cuentan su experiencia y el desafío de combinar la vida personal con la vocación de bombero.
En Gaiman, Roxana Montoya y su hija Anabella Terrón son ejemplos vivientes de vocación y compromiso como bomberos voluntarios. Ambas compartieron con el programa «De ida y de vuelta» en Radio 3 sus experiencias y cómo surgió su pasión por esta noble labor.
«En 2010 escuché que estaban abiertas las inscripciones para ingresar como bomberos,» comentó Roxana Montoya. «No tenía ni idea de lo que era ser bombero. Me anoté sola, sin contarle a nadie, y poco a poco me atrapó esta vocación.» A pesar de las dificultades personales y la falta de conocimiento previo, Roxana encontró en el cuerpo de bomberos un refugio y una forma de ayudar a su comunidad.
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Para Anabella, la historia fue distinta. «En realidad, no soy la típica bombera que soñó desde chica con serlo. Empecé a interesarme más tarde, cuando tenía 17 años y el cuartel buscaba un cuartelero para cubrir vacaciones. Ahí empecé a ver el trabajo de mis compañeros y me di cuenta de la importancia de lo que hacían,» explicó. A pesar de sus dudas iniciales, decidió seguir los pasos de su madre y hoy lleva siete años en el cuartel.
En cuanto a la rutina diaria, Roxana explicó: «En el caso de bomberos de Gaiman, todos somos voluntarios y hacemos guardias pasivas. Solo hay dos personas rentadas en el cuartel para cubrir necesidades básicas y asegurar una respuesta rápida durante el día.» Esta estructura permite a los voluntarios como Roxana y Anabella combinar sus trabajos regulares con su labor en el cuerpo de bomberos, aunque no sin desafíos.
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«Hay que tener una pasión enorme y una vocación gigante para dedicar parte de tu vida a estar siempre disponible para salir a colaborar ante cualquier imprevisto,» dijo Roxana. Ambas destacaron la importancia del apoyo familiar y comunitario para poder cumplir con sus responsabilidades como bomberos, especialmente cuando se trata de intervenciones urgentes y capacitaciones constantes.
A pesar de las dificultades, Roxana y Anabella encuentran una gran satisfacción personal en su trabajo. «Estar en bomberos me llena de orgullo. La institución ha crecido mucho y siempre estamos agradecidos a quienes estuvieron antes, porque gracias a ellos hoy tenemos mejores equipos y recursos,» concluyó Roxana.
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Anabela, por su parte, añadió: «Nosotros lo hacemos con muchísima satisfacción. Cada uno de los bomberos que integramos una asociación de bomberos sabemos cuál es el trabajo al que nos sometemos y lo hacemos con muchísimo orgullo y gran esfuerzo.»