A treinta días del temporal que arrasó Bahía Blanca, la ciudad aún lidia con las consecuencias de una tragedia sin precedentes. El 7 de marzo, más de 400 milímetros de lluvia cayeron en apenas seis horas, provocando la muerte de 17 personas. Este domingo hallaron el cuerpo de una niña que estaba desaparecida, mientras su hermanita aún continúa sin ser encontrada.
Las calles colapsaron, puentes cedieron y cientos de viviendas quedaron destruidas. Juan Cruz, vecino del barrio General Daniel Cerri, relató cómo salvó a su familia subiéndose al techo del auto tras el ingreso repentino del agua: «Ahí sentimos el verdadero vacío», dijo al regresar a su casa semanas después.
Si bien los servicios básicos como la electricidad, el transporte y la recolección de residuos ya fueron restablecidos, ahora emergen nuevas amenazas. Las enfermedades respiratorias y gastrointestinales aumentaron, y la salud mental de los vecinos se convirtió en una preocupación central. “La catástrofe empieza cuando termina la catástrofe”, afirmó Cristian Bolado, de la Cruz Roja.
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Las historias de rescates conmueven. Fernando Pieroni, de la Fundación Planeta Vivo, salvó animales y también colaboró en el traslado de insumos médicos desde el Hospital Penna, inundado por completo. En medio de ese caos, un padre le pidió que salvara a sus hijos. “Fue como vivir una película apocalíptica”, confesó.
Agostina Rossi Serra, de Greenpeace, advirtió que este desastre refleja la crisis climática global. Señaló que fenómenos extremos como este serán cada vez más frecuentes y urgió a implementar políticas públicas para adaptar las ciudades, restaurar ecosistemas y abandonar los combustibles fósiles.
Mientras muchas familias siguen desplazadas, Bahía Blanca enfrenta el enorme desafío de reconstruirse física y emocionalmente. Como expresó una vecina que lo perdió todo: “Habrá que aprender a vivir con una alerta meteorológica en el alma”.
Fuente: TN.