El presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, aceptó hoy una contraoferta del líder secesionista catalán Quim Torra para que la primera reunión de la mesa de diálogo sobre el conflicto de Cataluña se celebre el próximo 26 de febrero, superando así la tensión en torno a la celebración del foro que será clave para el futuro de España.
En una carta enviada al presidente catalán, Sánchez comunica que acepta que el diálogo comience el 26 de febrero -una de las cinco fechas propuestas por Torra-, quien previamente rechazó la propuesta del gobierno español de comenzar el lunes 24.
«Los equipos, como usted sabe, han estado en comunicación permanente, de modo que nos parece perfecto poder convocar la primera sesión de la Mesa de Diálogo el próximo miércoles 26 de febrero por la tarde, en el Palacio de la Moncloa», aseguró Sánchez.
En la misiva, el jefe del Ejecutivo español destacó que tiene la «voluntad sincera de dialogar y de acordar», y propuso «recomenzar» el diálogo «en el momento en el que los caminos se separaron y los argumentos dejaron de escucharse».
A pesar del interés mutuo por constituir la mesa de diálogo acordada por los independentistas de Esquerra Republicana (ERC) con Sánchez a cambio de facilitar su reelección, pactar la fecha se convirtió en una lucha de poder.
Primero, Sánchez sorprendió al proponer que la reunión se celebrara el lunes sin consultar previamente con Torra, aunque tenía el aval de ERC, lo que fue interpretado como un movimiento de presión ante los intentos de líder secesionista de dilatar la mesa de diálogo con el argumento de que era necesario un mediador.
Torra, por su parte, consideró que el líder socialista actuaba de forma unilateral, pero a primera hora de hoy le envió una carta en la que se excusó de poder acudir al foro el próximo lunes por motivos de agenda de «carácter personal», al tiempo que propuso nuevas fechas, lo que derivó en la respuesta del líder socialista.
Además, Torra anunció los contenidos que llevará a la mesa de diálogo, citando su exigencia de un mediador internacional, el reconocimiento del ejercicio de autodeterminación y el pedido de amnistía para los presos por el fallido proceso de secesión de 2017.
En una primera reunión que mantuvieron el 6 de febrero en Barcelona, Sánchez y Torra habían acordado conformar la mesa de diálogo antes de que terminara febrero.
De la puesta en marcha de esta mesa depende en gran medida la supervivencia de Sánchez al frente del gobierno de coalición con Unidas Podemos, debido a que necesita de los votos de ERC para sacar adelante los Presupuestos del Estado, su principal instrumento para gobernar.
El opositor Partido Popular (PP) reiteró sus críticas a Sánchez por «ceder ante los independentistas», mientras el partido liberal Ciudadanos calificó la mesa como un «chantaje».
La iniciativa de la mesa partió de ERC, partido liderado desde la prisión por el ex vicepresidente Oriol Junqueras, quien busca capitalizar un rédito político del diálogo de cara a las elecciones anticipadas anunciadas por Torra en Cataluña, tras romper el pacto de gobierno firmado por su partido, Junts per Catalunya (JxC).
En cambio, Torra se encuentra en la disyuntiva de seguir en la senda de la confrontación que hasta ahora mantuvo JxC bajo las directrices de Carles Puigdemont, o disputarle a ERC el liderazgo en torno a un diálogo que, a ojos de los secesionistas, promete muy poco.