La vitamina D es esencial para el organismo, no solo para fortalecer los huesos, sino también para regular funciones vitales y mejorar el estado de ánimo. Durante el otoño e invierno, cuando la exposición solar disminuye, obtener suficiente vitamina D a través de la dieta se vuelve clave.
La vitamina D, conocida como «la vitamina del sol», juega un papel importante en la regulación emocional al estimular la actividad de la serotonina, el neurotransmisor clave en el control del estado de ánimo. Su deficiencia ha sido vinculada con un mayor riesgo de depresión, especialmente en aquellos que sufren el Trastorno Afectivo Estacional (TAE), una condición que se desencadena por la falta de luz solar.
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Para contrarrestar esta deficiencia, es crucial incorporar alimentos ricos en vitamina D en la dieta. Algunos de los más recomendados incluyen:
- Pescados grasos: Salmón, atún, caballa y sardinas son excelentes fuentes de vitamina D.
- Hígado de res: Aporta una cantidad significativa de este nutriente, aunque es menos común en la dieta diaria.
- Huevos: La yema es rica en vitamina D, y este alimento es fácil de incorporar en cualquier comida.
- Lácteos y derivados: Leche, yogur y queso enriquecidos con vitamina D son opciones accesibles y convenientes.
- Hongos: Especialmente los champiñones expuestos a la luz ultravioleta, son ricos en vitamina D.
- Cereales y bebidas fortificadas: Algunos cereales, jugos de naranja y leches vegetales están enriquecidos con vitamina D.
- Frutas: Aunque la mayoría no contienen vitamina D, frutas como la palta y las bananas mejoran la absorción de este nutriente.
- Legumbres: Lentejas y garbanzos, al ser ricos en magnesio, favorecen la absorción de vitamina D.
Con información de La Nación.
Foto ilustrativa.