El joven que nació en Verónica y se crió en Trelew ha recorrido un largo camino para convertirse en piloto de avión comercial. Hoy es un ejemplo de esfuerzo y dedicación, volando por todo el mundo.
En una reciente entrevista con Radio 3, Matías Suaya compartió su inspiradora trayectoria desde sus inicios en Trelew hasta convertirse en piloto de avión comercial, destacando los sacrificios y esfuerzos que ha realizado para cumplir su sueño.
«Yo nací en Verónica, un pequeño pueblo al sur de la provincia de Buenos Aires, pero de muy chico me fui a Trelew. Soy hijo de aviador naval, mi viejo hizo toda su carrera en la Armada, y a los dos años nos mudamos a Trelew, donde estuve toda mi vida hasta que terminé la secundaria. Así que prácticamente me considero y siento que soy de Trelew,» relató Suaya.
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Matías recordó cómo comenzó su carrera de piloto en el AeroClub de Trelew mientras trabajaba de mozo para costear sus horas de vuelo. «La carrera de piloto es muy cara. Nosotros siempre cuando arrancás la carrera, arrancás haciendo el curso de piloto privado, que son 40 horas de vuelo, como si fuese tu licencia de conducir para los autos, pero para aviones. Conseguí un trabajo en Trelew, en el centro comercial, para juntar las horas de vuelo. Laburaba de mozo.»
A pesar de los desafíos financieros, Matías continuó su formación y trabajo en diferentes lugares, incluyendo Córdoba y Chile, donde trabajó como piloto de paracaidistas y vuelos turísticos. «El objetivo siempre de todo piloto es llegar a trabajar en una línea aérea. Me fui a Córdoba con mi familia, trabajé en un restaurante para pagarme las horas de vuelo hasta la licencia comercial, que fueron las 200 horas. Conseguí un trabajo para tirar paracaidistas en Pucón, Chile, y hacer vuelos turísticos al volcán Villarrica.»
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Finalmente, tras obtener la experiencia necesaria, Matías logró postularse y ser seleccionado por una línea aérea comercial. «Empecé a postular en una línea aérea, que es muy difícil porque hay muchos pilotos y pocas oportunidades. Pasó muy poco tiempo y me llamaron para hacer un proceso de selección. Fue uno de los días más felices de mi vida cuando me dijeron que había quedado seleccionado.»
La dedicación y esfuerzo lo llevaron a convertirse en uno de los pilotos más jóvenes de su empresa en alcanzar la posición de capitán. «Arranqué la experiencia como primer oficial, como copiloto, y después de cinco años volando como copiloto, rendí los exámenes para ser capitán. Hoy, a los 30 años, soy uno de los tres pilotos más jóvenes de la empresa como capitán.»
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Para aquellos que sueñan con seguir un camino similar, Matías ofrece un consejo valioso: «Nunca bajar los brazos. Tener el objetivo en claro y apuntarle siempre firme ahí. Es lindo dar estas notas porque también se lo transmitía a mis alumnos cuando fui instructor: hay veces que hay que tirarse de cabeza a la pileta, dejar un poco de lado todo y ir por eso que querés. Después, de alguna manera, las cosas se van acomodando.»