La araña «Big Boy», conocida científicamente como Atrax christenseni, ha sido identificada como una nueva especie de la araña de Sidney, que destaca por su veneno mortal y su distribución exclusiva en una zona de Australia.
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En un avance importante en el campo de la biología de los artrópodos, los científicos han identificado una nueva especie de araña que ha captado la atención mundial. Esta araña, conocida como Atrax christenseni o popularmente “Big Boy”, es una de las más venenosas del planeta y ahora ha sido oficialmente clasificada después de un exhaustivo estudio que reveló su singularidad.
Hasta hace poco, las arañas del género Atrax, incluidas las temidas arañas de Sidney, se conocían como una única especie: Atrax robustus. Sin embargo, una revisión detallada utilizando herramientas modernas de genética y morfología ha revelado que en realidad existe un complejo de tres especies diferentes, incluida la recientemente identificada A. christenseni.
El descubrimiento fue posible gracias al trabajo de investigadores del Museo Australiano, la Universidad Flinders y el Instituto Leibniz de Alemania. La nueva especie, Atrax christenseni, fue encontrada en Newcastle, Australia, en una zona restringida alrededor del norte de Sidney.
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Una de las características distintivas de Atrax christenseni es su aparato reproductivo: los machos tienen un émbolo extremadamente largo, que puede medir hasta 12 veces su ancho, mientras que las hembras presentan espermatecas muy alargadas y curvadas. Estas particularidades diferencian a la araña de sus parientes más cercanos, Atrax robustus y Atrax montanus.
En cuanto a su veneno, A. christenseni es tan letal como las otras especies de su género. Si bien no se han registrado muertes humanas desde la introducción de antivenenos eficaces en la década de 1980, su veneno sigue siendo una amenaza significativa.
Esta araña es endémica de una región muy limitada en el norte de Sidney, donde habita en pequeños fragmentos de bosques. Construye telarañas en forma de embudo en grietas o debajo de piedras. Se alimenta principalmente de insectos y otros pequeños invertebrados que quedan atrapados en su tela.
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Aunque su distribución es pequeña, la especie juega un papel vital en el ecosistema como depredadora. A pesar de su temido veneno, no representa un peligro generalizado debido a su comportamiento recluso.
Este descubrimiento tiene implicaciones tanto para la conservación como para la salud pública. El conocimiento detallado de las especies y sus diferencias genéticas permitirá optimizar los antivenenos, mejorando su efectividad en casos de picaduras. Además, la conservación de la diversidad genética de las arañas es crucial, especialmente para A. christenseni, cuya población podría verse amenazada por la urbanización y la pérdida de su hábitat natural.
Kane Christensen, quien ayudó en la recopilación de especímenes clave para la identificación, destacó la importancia de evitar el contacto con esta araña, que puede aparecer en lugares como garajes o dormitorios. «No es recomendable intentar tocarlas, ya que producen grandes cantidades de veneno», advirtió.
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El trabajo que ha llevado al descubrimiento de Atrax christenseni resalta la importancia de la taxonomía en la biología y la ecología. Los investigadores concluyen que, aunque las arañas puedan parecer temibles, son esenciales para comprender mejor los ecosistemas y avanzar en áreas como la medicina y la conservación.
Este avance subraya cómo la ciencia continúa desentrañando los misterios del mundo natural, mejorando nuestra capacidad para abordar desafíos en salud pública y proteger la biodiversidad.
Fuente y foto: Infobae