Carlos Gonak, un emprendedor en Chaco, Argentina, es uno de esos intrépidos. En medio de temperaturas que pueden alcanzar los 50 grados centígrados en verano, él cultiva viñedos en el árido Chaco. Su viñedo, «Finca Carlos I», desafía las normas de tiempo y espacio, con la vendimia comenzando en diciembre y terminando en enero del año siguiente.
El Chaco presenta desafíos únicos, incluidas temperaturas extremas y vientos fuertes. Sin embargo, Carlos ha superado obstáculos, incluso inundaciones repentinas que cubrieron su viñedo. En este entorno inhóspito, las principales amenazas son las hormigas y los pájaros que ven en su viñedo una fuente de alimento.
El vino producido en estas condiciones extremas sorprende con su calidad. A pesar del calor sofocante y el sol abrasador, el vino ofrece fruta fresca y especias, con un paso suave y equilibrado.
Este proyecto es un esfuerzo familiar, con raíces que se remontan a la década de 1950 cuando el padre de Carlos plantó las primeras vides en la zona. Este es un ejemplo de vitivinicultura heroica y extremadamente desafiante, pero es una historia de determinación y pasión por el vino.
Este viñedo único en el Chaco representa una nueva frontera en la industria del vino argentina y un recordatorio de que, a veces, lo impensable es lo que más enriquece la tradición vinícola.
FUENTE: Iprofesional