Conocidos por su naturaleza esquiva, estos pequeños felinos enfrentan amenazas por el cambio climático y la intervención humana.
Los gatos del desierto, también conocidos como “gatos de las arenas”, son pequeños carnívoros que no superan los 50 centímetros de longitud y los 3,5 kilos de peso. Habitan en los desiertos del norte de África, el centro y suroeste de Asia, donde sobreviven en ambientes secos y hostiles. Aunque son parecidos a los gatos domésticos, son más pequeños y tienen orejas más grandes.
Estos felinos salvajes cazan principalmente por la noche, alimentándose de roedores y reptiles, incluidas serpientes venenosas. Son animales esquivos, y la arena del desierto borra sus huellas con facilidad, lo que dificulta su estudio. Aunque la especie fue registrada científicamente en 1858, han sido pocas las veces que han sido avistados por el ser humano.
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Gracias al uso de collares rastreadores, se ha descubierto que los gatos del desierto son grandes exploradores capaces de recorrer vastas distancias, llegando a cubrir más de 1.700 kilómetros cuadrados en seis meses. Llevan un estilo de vida nómada, adaptándose a las condiciones del entorno.
Sin embargo, su población está disminuyendo debido a la pérdida de hábitat causada por el cambio climático, la depredación de perros pastores y la competencia con gatos domésticos. Estos factores los han llevado al borde de la extinción. Los estudios actuales buscan comprender mejor sus comportamientos y amenazas para asegurar su protección a largo plazo.
Foto: Deanimalia.
Fuente: Supermanada.