A más de cuatro décadas de la consagración de Argentina como campeón del mundo, el Mundial 78 sigue siendo un tema de controversia y discusión, debido a su contexto político y las narrativas construidas a su alrededor.
El Mundial 78, que coronó a la selección argentina como campeona del mundo por primera vez, no solo se recuerda por los triunfos en la cancha, sino por el contexto de represión y violencia política en el que se desarrolló, bajo la dictadura de Videla. A pesar de que han pasado 46 años, el evento sigue generando un intenso debate, con mitos y versiones distorsionadas que complican una comprensión clara de los hechos.
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Una de las principales preguntas que se plantea sobre el Mundial 78 es por qué sigue siendo un tema tan movilizante, casi 50 años después. Para muchos, el campeonato está envuelto en una narrativa cargada de mitos, falsedades y construcciones políticas que distorsionan lo que realmente sucedió. Estos mitos se han repetido tantas veces que han terminado por convertirse en una versión aceptada por la mayoría, aunque a menudo carecen de fundamento. Esta repetición, por desgracia, ha desviado el enfoque de los hechos históricos hacia una discusión sobre leyendas construidas.
Lo cierto es que el Mundial de 1978 fue un evento en el que se vivió bajo el mismo contexto de dictadura y represión que durante los otros años de la gestión de Videla, pero con la particularidad de que, durante esos 25 días, la atmósfera fue diferente. No fue un periodo que escapara a la opresión, pero en aquellos días, el país se volcó en el fervor futbolístico y la emoción de la Copa del Mundo. Sin embargo, muchos de los movimientos que se hicieron para la organización del torneo se vieron influenciados por las necesidades del gobierno militar, que utilizó el evento como un escaparate para proyectar la imagen de una Argentina triunfante.
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Una de las particularidades que a menudo se pasa por alto es que la sede para el Mundial 78 fue otorgada a Argentina a mediados de la década de 1960, cuando aún gobernaba el peronismo. Durante ese período, se realizaron esfuerzos para asegurar la realización del torneo, aunque muchas de las obras necesarias comenzaron recién en 1975, bajo el gobierno de Isabel Perón. El Mundial se convirtió en una herramienta de propaganda del régimen, que procuró utilizarlo para mejorar su imagen ante la opinión pública, algo que, a pesar de la falta de recursos y la precaria organización, se mantuvo a lo largo de los años.
A pesar de los debates y las versiones encontradas sobre el Mundial 78, lo que está claro es que, 46 años después, el evento sigue siendo un símbolo del choque entre el fútbol y la política, un reflejo de la historia de Argentina en tiempos de dictadura, y un tema que, por sus implicaciones sociales y políticas, sigue despertando pasiones y controversias.
Fuente: Infobae
Foto: Aire de Santa Fe